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Danza entre lobos - Cristalsif - 46

Danza Entre Lobos

Capítulo 46

Vindicta I



Algunas historias no se hicieron para ser contadas, no muchos se interesan y otros no se cuestionan, ¿Qué tendría para decir una bailarina en primer lugar?... No siempre fue de ese modo, no muchas sueñan de niñas con entretener la mirada lujuriosa de los hombres, dejando a la vista la pulcritud de la piel que un día se reservaba sólo a los ojos de un amor esperado. Amor... un sentimiento que supo con el tiempo, es irrealizable. Eso fue siempre Natsuki Kruger, una emoción que le condenó de principio a fin, sentimientos de amor y odio tan intensos como su danza exótica, pues no hay nadie que no se sienta perturbado o tocado por el eléctrico magnetismo de Julieth.

Sin embargo, ella estaba atormentada...


Nao había visto el rostro oculto de aquella mujer, uno que desconoció por tanto tiempo... y una punzada tan intensa se sintió en su corazón en aquel momento, recordando para sí a una distante persona en su pasado, ¿Podía ser ella o sólo alguien con un abrumador parecido? Confundida, dolida se apartó de todos y de todo, incluso de Sherezade, quien se miraba quizás demasiado amable con Kruger, sentía celos... Zade era su amante y Natsuki era en todo en cuanto se ocupaba últimamente, ya poco podían hablar o verse, teniendo en cuenta que la morena de Argos se había convertido en su custodia, pero más parecían amigas sin palabras y eso no le gustaba. Si algo había tenido que cuidar de la morena Argita era esa particular forma de ser honesta... en ese mundo, era peligroso.

Por otra parte las acciones de Nagi y la reacción de Natsuki sólo habían incrementado la ambigüedad de su disyuntiva, llenando su mente de un cruel caos y un remolino de pensamientos, así como recuerdos. ¿Por qué aquella falsa amenaza de Nagi había surtido el efecto deseado? ¿En verdad creería Natsuki que salvó su vida? Entonces era muy tonta, ellos eran aliados, sin ella Nagi obtendría el odio ciego de los Zagara, no tendría el favor de los pobladores de Fukka y jamás hubiese tenido a ningún Kruger a su merced... claro que... eso la morena de esmeraldas ojos, no lo sabía. ¿Por qué seguía exponiendo esa fachada de mujer amable incluso en aquel sitio perdido de la mano de los dioses? Cada vez entendía menos.

Acudió a un lugar abandonado del castillo al que la mayoría tenía prohibido el acceso, la biblioteca. Nagi le había concedido la ocasión de entrar en el lugar y para tal fin tenía una llave dorada que colgaba de su cinto, una llave maestra que dispuesta como alguna más de las chaquiras que usaba para entretener con su baile, pasaba tan desapercibida en medio del cadencioso movimiento de su cadera, que nadie jamás imaginaría su precioso valor. Tenía acceso incluso a los tesoros de la cámara del peliblanco, pero el valor de las joyas o el oro realmente no le atraían, supo que la riqueza estaba al alcance de su propia mano por la gracia de su belleza, no en vano había recibido más propuestas matrimoniales que la media de doncellas ‘puras y castas’ de la comarca, sabía de buena fuente cuántas habían entregado el fruto de su virtud ante las falsas promesas de otros, pero por su oficio, aprendió rápido a no creer en promesas, de hecho, se le hacía divertido acudir a las bodas, apostar sobre cuál sería el incauto en comprar a una ‘doncella’ de dudosa ‘procedencia’ y cascos más ligeros que los que le otorgaban a ella por su oficio.

Suspiró largamente en cuanto obtuvo el beneficio de la soledad, de todo el castillo, aquellos estantes eran los que mejor se preservaban, junto con el que Nagi juzgaba un precioso tesoro, el conocimiento. Lo recordaba ufanándose de afirmar haber leído más de la mitad, pero por más que lo imaginaba, no esperaba que un hombre como él fuese en primer lugar un ratón de biblioteca, al mismo tiempo no le cuestionaba, nadie supondría que a una bailarina le apasionara la lectura o que un lugar tan abarrotado de libros fuese su santuario predilecto. ¿Quién sabría entonces que en la biblioteca del Castillo Kruger conoció a aquella persona en primer lugar? Nadie. Deslizó sus dedos sobre los gruesos lomos de los libros, como si pasara sus manos por los trigales en primavera y así, su mente vagó a los espacios más distantes del recuerdo.

Tenían poco, pero sentía todo lo contrario, contaba con apenas 7 años y acompañaba a su madre a buscar trabajo en el castillo Kruger, algunos decían cosas extrañas sobre aquella familia de nobles, pero no se sabía mucho al respecto, la mayoría de sus sirvientes servían durante la extensión de una vida, algunos vivían en el castillo ese tiempo y a ellos les reemplazaban los descendientes de éstos, era todo un tanto exclusivo, secreto de alguna manera, pero es claro que no muchos de los empleados en las minas o las tejedoras irían a solicitar trabajo en la morada de aquellos monstruos, incluso los agricultores preferían trabajar por el precio de un jornal que acercarse al castillo, pues algunos decían que estaba embrujado. Lana Yuuki, su madre, era una alta mujer de finas facciones, piel blanca, cabellera rojiza con ojos azules, hermosa a la vista, muy delicada para los trabajos fuertes en el campo u otras labores que requieren fuerza, había sido ama de llaves de la familia Sugiura durante al menos 10 años, pero así, repentinamente la vida que conocía cambiaba por cosas de adultos, como explicó Lana cuando preguntó por qué se iban de la casa de los amos, le molestaba la idea de dejar atrás todo lo que conocía, la casa, los niños Sugiura que jugaban con ella, los juguetes que el señor Genji le daba. Él la trataba igual que a sus hijos, ciertamente le daba menos, pero igual de cariñoso y tenía las mismas rondas de caballito que los demás, era un buen lugar... no entendía entonces por qué la señora Harumi estaba tan molesta cuando salieron de la casa, ni siquiera le permitió despedirse de Haruhi y Genko.

Iba pateando las piedras en el camino, indignada por las circunstancias, pero sin soltar la mano de Lana quien le repetía que todo saldría bien, aquel camino fue el más largo que hubiera caminado a su corta edad, sabía que su madre ya no podía cargarla porque era grande y debía ir a cada lugar por su propio pie, pero... nadie dijo que ese castillo quedara tan lejos, casi tuvo la impresión de caminar el mundo entero...

Le dolían los pies cuando llegaron y su madre parecía cansada, sudorosa. La reja hecha de un pesado metal desgastado a base de tinta, era tan duro y macizo, que supuso se trataba de un fuerte para la batalla y que seguro, en tiempos de guerra sería un gran lugar para esconderse. Un escondite impresionante, fue lo que pensó con la inocencia de aquellos años, en los que cosas como ver un castillo de cuento de hadas, se miraba increíble... y es que aún si ignorara cuán certera fue aquella significación, se emocionó cuando su madre llamó al custodio de la reja, era la primera vez de ver a un hombre con armadura, un caballero con espada y hasta capa. Sí, cabe decir que también contaba con un lustroso revólver negro, de cacha blanca en una funda que también colgaba de su cinto... era alto, fornido y de ojos miel, con cabellos castaños en una larga coleta, le pareció bastante serio ¿Acaso los caballeros tenían prohibido reírse? Ya lo averiguaría después.

Oyó a su madre decirlo alto, para ser escuchada. Soy amiga de Saeko Ku...  Di’ Kruger,  ¿Podrías decirle que Lana Yuuki está aquí para verla?

El caballero sonrió. Caso resuelto... Susurró para sí.

Se alegrará mucho, su alteza ha estado un poco enferma y ver a una amiga, seguro le ayudará Informó el hombre, quien supo después se llamaba Ankara.

Cuando Lana obtuvo paso junto a ella a través de la reja, le ordenó hacer silencio, ‘Nada de interrumpir a tus mayores Nao’... asintió, más porque ese lugar le cohibía que por obediencia, era demasiado solitario y no escuchaba los niños correr por el jardín inmenso que vio cerca de la entrada, era una pena que un lugar tan grande se desperdiciara de ese modo.

El castillo era enorme, desde la puerta por la que cabría un gigante de ser preciso, hasta los ventanales que dejaban pasar corrientes de aire llenas de pétalos de flores y sus aromas dulces, al entrar en la sala de recepción vió los pasillos y le parecieron infinitos, porque no sabía dónde acababan, incluso podría perderse. Con súbito miedo sostuvo más fuerte la mano de Lana, y ella le sonrió acariciando sus largos cabellos, las cosquillas pronto le devolvieron la calma. Siguieron después a una sirvienta, quien les llevó a la sala de té, donde la amiga de su madre aguardaba por ella.

Mamá es la más linda, decía siempre que alguien preguntaba cuán bonita era Lana, pero dudó por un instante en cuanto vió a la señora Di’ Kruger, ella tenía unas facciones tan suaves y armoniosas, así como la piel tan nívea que casi se imaginaba a una muñeca de porcelana, tan blanca que no estaba muy segura si un color así existía, sus cabellos negros hechos de ébano eran tan lacios y brillantes, que hipnotizaba mirarla, pero sólo al acercarse, cuando Lana y la mujer hada se saludaron tan fraternalmente, vió sobre el hombro de su madre, el prístino iris de un verde como el suyo, no... Era un tono más oscuro, un intenso color verde hoja... no, no... Era tan cristalino como... como una esmeralda, recordaba esa joya del cofre de Harumi, que Haruhi le mostró el otro día durante sus juegos de salón de belleza... sí, así eran los ojos de esa mujer, si a eso le añadías el vestido color olivo de ensueño que usaba, realmente parecía como una princesa. ‘Pero mamá es más linda...’ se regañó a sí misma, porque nadie era mejor que su madre.

Y esta preciosa damita... ¿es tuya, Lana? Se sonrojó al sentirse aludida y con la inclinación de Saeko para verla más de cerca, pudo ver otra vez aquellos ojos cautivadores. Apenas pudo decir ‘hola’...

Ella es Nao, mi pequeña... tiene siete, ya pronto ocho... es mi tesoro más grande Decía su madre, como si fuera de verdad lo más grande del mundo.

La señora hada, como la llamó en sus pensamientos, asintió confirmando las palabras de su madre, más apenada todavía, se sentó junto a Lana y acorde a lo que dijo, ni una palabra pronunció durante la extensa charla que tuvieron las dos amigas. Sabía por cómo le dijeron Genko y Haruhi, que los adultos siempre ocultan bien sus emociones y aprenden el arte de la mentira, aunque no entendió mucho de eso cuando se lo dijeron, luego supo que los grandes inventan cosas que parecen creíbles, pero no son verdad, a veces incluso pasan, pero las exageran o las omiten. Y no fue diferente en ese caso, supo que Lana no dijo por qué se fueron de casa de los Sugiura, ni habló de lo mal que la trató la señora Harumi, incluso se negó a decir que aquella señora se negó a pagarle justamente sus trabajos, no dijo que no tenían a dónde ir, tampoco que no habían comido... decía cada cosa como si todo estuviera bien y aunque tenía tantas ganas de decir la verdad, cada vez que la señora hada la miraba se sonrojaba y le abandonaba el habla.

Su vida como todo, cambió una vez más, pensó que para bien por aquel entonces, pero muy poco sabía su inocente yo de la vida y de los giros que esta sabe darte...  La señora Hada y su esposo, tuvieron a bien recibirlas en su castillo y en menos de nada, Lana se convirtió en el ama de llaves de aquel inmenso lugar. Si antes en la casa de Genji nada les faltaba, ahora en la morada de los Kruger tenían incluso lujos con los que una niña como ella ni siquiera soñaba. La señora Hada estimaba muchísimo a su madre y daba lo mejor de sí sin reparos, sin mencionar que parecía agradarle por su propio encanto y en poco tiempo tuvo su propia habitación llena de regalos, juguetes, vestidos y cosas para ella sola. Así que se preguntaba por qué Lana no había ido allí en principio y no es que no apreciara a Haruhi y a Genko, pero un sirviente siempre es un sirviente y las personas se ocupan de recordarlo cuando se olvida, curiosamente en ese lugar su madre comenzó a ser quien diera las órdenes, pero siguió como siempre siendo tan amable y humilde. El castillo de la familia Kruger era increíble, cada día de inspección se vivía como una aventura, pero una vez agotada la novedad después del primer mes y con la ausencia de otros semejantes comenzó a sentirse... insoportablemente sola.

Extraño a Haru y a Gen... Sollozó sentada en la enorme cama en el centro de su habitación, mientras contemplaba aquella muñeca de trapo tejida a mano y de alta costura, que la señora Hada le obsequió, recordó que se parecía a la de Haruhi, pero la de ella era más vieja y aun así.... ¿De qué servía un cuarto lleno de muñecas si no tenía con quién compartirlas?

Nao...

Se limpió la cara con la manga en cuanto se supo descubierta, la mirada azul de su madre se tornó preocupada. ¿Por qué lloras mi niña?

Te equivocas ma... yo no lloro Intentaba parecer firme. Ya estoy grande... para esas cosas Dicho esto puso pies en polvorosa, dejando a Lana a sus espaldas aún más angustiada.

‘Solo los niños pequeños lloran’ escuchaba el eco de la voz de Genko con sus ojos verdes mirándole y sus cortos cabellos castaños pegados a la cara, por efecto de la lluvia que caía aquel día lleno de nubarrones y truenos.

De tanto correr y evadir, se topó con un lugar que no había visitado antes, pues para alguien a quien las letras le parecían símbolos ininteligibles, un libro y mucho menos un cúmulo de ellos sería objeto de interés... más le fue imposible desviar la mirada si a través de la pequeña abertura de esa puerta, hilos brillantes se escapaban por los resquicios seguidos de una hermosa melodía de violín y una voz tan delicada como para no tener nada que envidiar al otro instrumento. El canto no menos sublime la atrajo y con cautela traviesa, abrió suavemente la puerta, pues con suerte las bisagras no se oyeron. Pudo ver a una niña muy bella, de negros cabellos y facciones pulidas, enfundada en un vestido azul de verano, sin mangas en los brazos, con bordados de flores en su falda, allí de pie, tan delicada como una flor, tan erguida y elegante como una princesa, con la barbilla recta y los labios moviéndose, una de ojos rojizos entonaba notas que sin ser palabras se escuchaban precioso. Aún así, la fuente de aquella luz dorada, el violín que casi danzaba con la voz de aquella a la que la institutriz de música llamaba Nina,  no estaba a la vista. Intentó con esmeros ver... abriendo un poco más la puerta.

—¿Quieres entrar?— Oyó el susurro de la voz de la señora Hada. —Creo que es oportuno... que conozcas a mis hijas—

No sabiendo si apenarse por su inadecuado espionaje o si alegrarse por saber que había más niños en aquel lugar, simplemente asintió, escondiendo las manos en su espalda y con un sonrojo llenando sus mejillas de un intenso calor.

La pelinegra se acuclilló para quedar a su altura y eso se hizo extraño, pues los adultos siempre miran desde arriba. —Antes que nada, quiero pedirte una cosa...— Volvió a asentir nerviosa por la presencia de aquella mujer. —Mi hija Natsuki, es un tanto tímida y los otros niños no son amables con ella... por favor sé amable ¿Sí?— Un asentimiento más, seguido de un “gracias” y al ataque, abrió la puerta y entró como un trueno, inesperadamente.

Nina tan impávida como una efigie la miró de arriba a abajo con cautela, el otro... que tenía aspecto de niño y un violín en las manos, tan vendadas como cualquier pedazo de piel que no cubriera su ropa, apartó el arco de las cuerdas para prestarle atención.

—Niñas... ella es Nao, Nao... ella es Nina— Dijo la señora hada exponiendo con su mano a la pequeña de ojos rojizos, la cual hizo una reverencia muy tiquismiquis a su parecer. —Y ella es Natsuki...— Pudo ver unos ojos de esmeralda atrapados por los bordes de la tela, pero aún así, la ‘niña’ se inclinó de una forma diferente, más varonil podría decir.

Un simple hola y su mano levantada fue toda la ceremonia que pudo dar.

Después de ese día y con el consentimiento de Lana, comenzó a estudiar en compañía de aquellas niñas. Aunque las reglas eran estrictas y algunas clases aburridas, aprendió con el tiempo a leer, protocolos de etiqueta y canto, pero nada fue tan cautivador como la danza. La parte verdaderamente amable de cada día, era la ocasión en la que tenían espacio para jugar en los jardines de aquel inmenso lugar, las clases de equitación también eran de gozo y los cuentos de la noche una maravilla especial; Lana tenía ahora un poco más de tiempo para ella y no llegaba tan cansada a la hora de la cena, era feliz sin duda. Había solo una cosa en la que no acompañaba a sus nuevas amigas, durante el entrenamiento de esgrima con el que Lana no había estado de acuerdo, ‘eso no es de señoritas’ recuerda que le oyó decir cuando se mencionó en la sala durante el té de media tarde. Aquel tiempo que finalmente ocupaba en algunas tareas de limpieza, Lana había insistido en que aprendiera a cuidar y ordenar su propio espacio, obediente a este respecto, no solo aseaba su cuarto, sino también el de su madre, a cambio la mayor le daba una mesada para que aprendiera el valor del trabajo.

Se llevó mejor con la tímida persona que era Natsuki que con su hermana menor, Nina, quién de alguna manera no le caía en gracia o le guardaba demasiado recelo por razones desconocidas, se portaba distante y demasiado seria para su gusto. A pesar de que la mayor de las Kruger causaba miedo a los otros niños con su extraña apariencia y algunos le decían monstruo o le arrojaban cosas cuando tenían la oportunidad, lo cual le molestaba en sobremanera y sacaba lo peor de ella, le agradaba porque pese a su silencio, era audaz y temeraria cuando de subir a la copa de un árbol para salvar su cometa se trataba o por aquellas veces que no se asustó al enfrentar la oscuridad de la noche cuando la acompañaba a su habitación y después, cuando dejó de tener miedo a las sombras simplemente alegaba sobre lo aburrido que era el recorrido sin la “cachorro” a su lado, porque efectivamente y luego de algún tiempo comenzó a decirle cachorro, aunque jamás le diría que le dio el apelativo por los pequeños colmillos que de vez en cuando se asomaban de su boca y que le parecían tiernos.

Apreció después que Natsuki quien hacía figuritas de hielo con las manos como por arte de magia y se las obsequiaba, sonreía en cada ocasión de verla, era veloz, fuerte, crecía más rápido y alta que las otras personas de su edad. Una suerte pues por ello dejaron de arrojarle cosas o decir idioteces sobre su aspecto durante las ocasiones en las que viajaban al poblado. Pese a ello, podía ver su tristeza por el rechazo de las personas, así que cada vez que la notaba decaída le gastaba una broma o la distraía del mundo, de esa manera su amistad se convirtió en un tesoro valioso, pues era genuina en todo.  No pasó demasiado cuando conocieron a otros miembros y amigos de la familia real, porque supo, los Kruger eran de sangre noble, aunque Natsuki jamás se lo echara en cara a nadie y no hizo mucho caso de eso, solo sabía que era aún más divertido cuando venían de visita desde Windbloom los Sayers y Mashiro Kruger, prima de Natsuki.

Cuando tuvo la oportunidad de preguntarle a la niña de ojos esmeraldas que le pasaba en la piel, ¿por qué usaba aquellas vendas? tomó su oportunidad, pues al principio pensaba que se había lastimado y estaba sanando, sin embargo y viendo pasar los meses sin que dejase de usarlas, le venció la curiosidad.

—¿Te disgustan como a los demás?— Y aunque las cambiara todos los días por unas limpias, seguía siendo raro, eso lo sabía Natsuki.

—No… pero creo que pican mucho— Respondió mientras movía los pies dentro del agua de la fuente, viendo el reflejo de las dos distorsionarse con las ondas en el agua, a veces pasaban horas allí, era relajante.

—Picaban mucho, pero ya me acostumbre— Levantó sus hombros con desinterés, no le importaba si a Nao no le importaba.

—¿No te las puedes quitar?— Se volvió a mirarla a los ojos, con curiosidad.

La de glauco mirar negó, temerosa. —No… todos dicen que me convierto en un monstruo—

—Un monstruo… ¿Cómo que un monstruo?—

—Con garras y colmillos grandes, con 4 colas…—  E hizo un mohín de rudeza que, honestamente solo enternecía a la pelirroja. —... grrr, sí, así... un lobo, como mi papá—

—¿Por qué?— Preguntó con curiosidad, quizás una parte de ella no creía eso posible, aunque las manos de Natsuki fueran alargadas y tuviera ‘garritas’, o pequeños colmillos asomaban sobre sus labios, no le parecía que pudiera ser como se describía. Un monstruo… porque curiosamente le parecía demasiado dulce como para que eso fuera posible.

—Estamos... malditos— Dijo por lo bajo, como si le asustara decirlo.

Pese a todo, escuchó de los labios de su pequeña amiga lobuna, una historia tan larga como fantasiosa, acerca de cómo los Kruger fueron maldecidos por una sacerdotisa vengativa y aunque no entendía la parte en la que el supuesto príncipe se aprovechaba de la inocente sibila, que cuando preguntó, Natsuki tampoco entendía esa parte, solo pudo sacar en claro, que la cachorrita temía lo suficiente a los dioses para creer todo aquel cuento, lo creía en tal forma que ni siquiera bajo súplica se atrevía a quitarse las vendas.

Dada su persistencia, no pasó más de un mes cuando Natsuki reemplazó las vendas por lo que según ella eran piedras encantadas y un casco como los que usaban los soldados de la guardia de la familia Kruger, solo que el suyo tenía una máscara metálica que apenas y le dejaba espacio para la boca o las fosas nasales. Para ella eran joyas, un casco de guerra y punto. Pero no molestaba a su amiga sobre sus creencias, ella misma adoraba a Tsukuyomi como el dios patrono de la región a la que perteneció Lana antes de Fukka, temía que si se portaba demasiado mal, este enviase pesadillas a su reposo como castigo, así que era buena o procuraba que nadie notara sus travesuras cuando no era tan buena como debería.

Pasó el tiempo, se acostumbró a la vida que se llevaba en el castillo y actuar como una doncella de noble cuna, a que la señora hada la tratara como si fuese una más de sus hijas, y a la presencia de la chica enmascarada quien poco a poco dejó atrás aquel carácter tímido mostrando más y más facetas encantadoras. Tan solo una cosa rompía la rutina de sus días en el castillo de los Kruger y era que cada miércoles, Lana la llevaba al pueblo, con la excusa de comprar alimentos para la despensa de la semana siguiente, tenía oportunidad de ver a Genji y algunas veces, a sus antiguos compañeros de juegos, Haruhi y Genko. No tardó y con suspicacia en notar detalles que la tierna infancia le impedirían, pues la institutriz Miss Grace Burt les había explicado de romances e idilios como los de los innumerables libros que leía para ellas, tenía 12 y podía ver el brillo del enamoramiento en los ojos de su madre al mirar al señor Sugiura, más sabía ya que aquella relación sería prohibida, por lo que un día, después de aquella visita furtiva, tomó la oportunidad en el carruaje.

—Madre…—

—¿Sí?— Cuestionó contemplando en su regazo unas flores amarillas que Genji había tenido el detalle de obsequiar.

—Adoro ver a Haru y a Gen y te agradezco que no me apartaste de ellos, porque los quiero mucho, el señor Genji es amable, “casi como un padre”, pero no comprendo por qué a pesar del tiempo, siempre los vemos a escondidas… no veo por qué deba ser así, si no hacemos nada malo, ellos son nuestros amigos—

—¿Acaso se lo has dicho a alguien?— Cuestionó asustada, con un ligero temblor en las manos.

—…te juro que no le he dicho nada a Natsuki o a Nina y mucho menos a Saeko-Sama, si eso temes— Sonrió para calmarla. –Pero tu reacción solo afirma que en verdad hacemos mal—

—Hija… temo que eres muy joven para entender—

—No soy ya una niña, en apenas 3 años tal vez reciba cortejo ¿Por qué para ello no soy justamente una niña?— Era inteligente, suspicaz, había recibido formación en filosofía, estaba por encima de la media, incluso era más sagaz que su madre.

—No te comprometerás si no lo deseas… yo quiero que elijas a quien tú en verdad ames—

Amor… ¿Cómo sería posible sentir aquello por un hombre? No había visto alguno que le interesara y de alguna forma, los pocos que conocía lo suficientemente atractivos, le parecían sosos y aburridos, intrascendentes por decir lo poco. Pero no dejaría que la charla sobre esas cosas fuera en su dirección, no cuando tenía visto obtener la sinceridad de su madre. Y tú ¿Amas al señor Genji?— Con semejante pregunta, un sonrojo delator apareció en la pulida faz de Lana, quien supo no podría esconder por mucho tiempo la cruda verdad. —¿Por qué nos fuimos de la casa Sugiura mamá?— Insistió, sabiendo que solo recibiría una confirmación a sus conjeturas.

Con un hondo suspiro, la pelirroja mayor procedió a narrarle a su hija la historia de su llegada a la casa de los Sugiura, donde conoció a Genji y cómo pese a los preceptos inculcados, terminó enamorándose de aquel hombre que por azares del destino, ya se encontraba comprometido en matrimonio con Harumi, los vió casarse, formar una familia. Expuso la difícil batalla que libró contra sus propios anhelos y sentimientos durante años, teniendo tan presente que en ningún otro lugar sería recibida debido a su débil fuerza física, confesó sin embargo, que de una ocasión de fragilidad mutua vio consumado sus afectos, teniendo por resultado, que de aquella vez primera y única, el destino le concediera el obsequio de su existencia. Rauda dedujo la más joven, que Genji era verdaderamente su padre y los niños Sugiura sus hermanos mayores, comprendió entonces por qué su madre parecía tan mortificada y avergonzada, por qué nunca mencionó al hombre que según había oído, tomó ventaja de su inocencia y se marchó en cuanto supo de su estado. Indignada y dolida se apresuró a salir del carruaje en cuanto arribaron, entendiendo al fin por qué Haruhi y ella se parecían tanto.

Estuvo molesta con Lana lo que pareció una eternidad y dejó de ir con ella al poblado como era costumbre, entendía ya que era el oscuro secreto de aquel hombre, de aquellos hermanos. Sin embargo no dijo nada de lo que le pasaba... ni siquiera a Natsuki, para quien siendo su amiga más confiable no ocupaba más que ese secreto.

Notó que estaba muy unida a Natsuki, cuando su padre la llevó a un viaje de negocios y se ausentó durante un mes, a este le siguieron viajes más cortos de una semana cada dos meses, aunque su amiga traía un regalo para ella al volver, no compensaba la sensación de abandono que le ocupaba tras cada partida, pero agradecía sus atenciones. El castillo volvió a ser infinito y solitario, porque incluso Nina llegó acompañarlos poco tiempo después en aquellos viajes, travesías envueltas en un aire de misterio, pues nadie se tomaba la molestia de dar explicaciones y la excusa de los negocios perdió fundamento en cuanto notó que Saeko-sama se encargaba de esas cosas cuando su esposo no estaba. Tales circunstancias la obligaron a hacer las paces con Lana, e intentar ver a sus hermanos como lo que eran, familia compartiendo cada vez más tiempo con ellos; le llevó casi un año dejar de sentirse mal acerca de verlos a hurtadillas, pero supo que Haruhi y Genko, se interesaban en su madre y querían evitarle más heridas, situación en la que los entendía.

Fue por aquellos días que Haruhi le comentó acerca de su próximo matrimonio, lo cual le abrumó, ambas se distanciaban la una de la otra en apenas 3 años, teniendo su hermana mayor 16, ya estaba dispuesta a casarse y la idea, agobiante de la proximidad de tal fecha en tiempo, comenzó a ser un lastre, pues la chica no delataba siquiera algún gusto por su futuro marido, pero como una hija obediente y abnegada estaba dispuesta a cumplir. ‘El amor surgirá’ ¿Cómo diablos surge el amor? y ¿Por qué Genko no tenía semejante presión encima? Al menos no hasta sus 20, claro que ya conocía el nombre de su futura, la chica era incluso menor que ella... sabía de las convenciones pero no las entendía o aceptaba realmente.

Con numerosas inquietudes en la mente volvió al castillo, más le consolaba así el que Natsuki retornaba de su viaje ese día y que por ser su cumpleaños, harían una fiesta en toda regla. No todos los días se cumplen 14, aunque excusas para festejar siempre habrían, era sin duda una fecha especial. La cuestión, sin dudar es que extrañarla estaba haciendo estragos en su percepción, porque al verla otra vez aquella noche durante la recepción en el gran salón, sintió un vuelco en el corazón. La cachorra, que puede y el apelativo no le quede al uso por más tiempo, no tenía nada que envidiarle a los caballeros allí citados, quizás levantaría algunos celos.

Le complacía ese hecho, ver a las personas que alguna vez le insultaron u ofendieron, hacerse a un lado cuando se dió la oportunidad del primer baile. Y en cuanto sostuvo su mano, la sonrisa más honesta se formó en sus labios, estaba completa en cada momento que compartían y en algún punto, las abismales diferencias desaparecían, no importaba si era una hija sin padre, carecía de valor la cuna o el poder de su casta, el renombre o la riqueza, era simplemente Nao. Danzaron durante lo que parecieron horas y se desvelaron como nunca antes en el verano, hasta que el calor propio de las galas que usaban les hizo pensar en dar un paseo por el jardín de medianoche bajo el cobijo de las estrellas y la luna llena, una vez más en su fuente cristalina, dejaron reposar sus pies en las frescas aguas.

Te extrañé... Susurró Natsuki, levantando la cabeza para apreciar las constelaciones. Luces espléndida

Al volverse a verla, Nao notó que en tal posición podía ver mejor la forma de la mandíbula de la Kruger y la tonalidad blanquecina de su piel,  tal vez era la noche o su imaginación, pero la pelinegra emanaba un extraño encanto, del tipo que solo poseen las personas extremadamente hermosas, por más que buscó con la mirada, no halló sus colmillos, ni aquellos vellos blancos que como lanita siempre ocupaban su piel, tan solo los metales brillaban con la tenue luz y su inmaculada piel cubierta vilmente por la máscara del lobo que no se quitaba seguro ni para bañarse, suspiró frustrada.

Ahora te vas más a menudo, supongo que los negocios solo mejoran Había un tono dolido en su voz.

Tengo que aprender, lo que el destino tiene establecido para nuestra familia... y solo creerás que son cuentos de hadas si te lo explico

¿Juegas conmigo?

Jamás... Y cuando la miraba para decir esas cosas, no podía ver una mentira en aquella esmeraldas tan dulces.

¿Qué piensas de los compromisos? ¿Crees en el amor?

De haber estado bebiendo algo, es seguro que se habría ahogado, porque casi casi se ahogó con la saliva, incapaz de procesar tal información. En cuanto hubo recuperado la compostura y Nao dejó de reírse de lo tonta que parecía, buscó una respuesta.

Mamá me dijo que, el amor simplemente te cae encima... pero creo que se burlaba de mi padre y el asunto del río Y quién no había escuchado la historia, del espionaje legendario de Takeru en el río, o lo tonto que había que ser para caerse del árbol y quedar atorado en una roca, amenazando su propia existencia con un posible ahogamiento, en parte no entendía que había visto su madre en él. Creo que se refería a que te sorprende...

¿Pero cómo se siente? Quiero sentirlo y no terminar como Haruhi o... Y notó que había cometido una imprudencia, se supone que nadie debía saber de sus hermanos. No tuvo oportunidad de apreciar el desencanto de su amiga al escuchar la parte de ‘quiero sentirlo’

¿Quién es Haruhi? Natsuki pareció extrañamente molesta.

Una amiga, de la casa en la que vivía antes... oí que va a casarse, pero solo tiene 16 Una ignominia si se lo preguntaran, ¿pero quién preguntaría?

Oh... ¿Por qué de repente te interesan esas cosas? Tensó aún más la mandíbula.

¿Estás enojada? ¿Qué te pasa? Actúas muy raro Levantó una ceja con cierta contrariedad.

Nada... no me pasa nada Aun así un suspiro escapó de sus labios.

Estás frunciendo el ceño... Afirmó la pelirroja con todo interés.

Imposible que lo veas... Se tapó la cara, o los espacios que exponían un poco de piel.

No necesito ver... para saber Confesó. Se conocían y había aprendido a leer sus emociones con solo ver sus ojos.

Arrggg... Retiró los dedos de las hendiduras de su máscara. Tranquila, a ti nadie va a obligarte a casarte, Lana no lo permitiría y yo tampoco... puedo patear muy fuerte al que lo intente Natsuki bajó la mirada y entonces notó que algo iba mal. Tienes suerte

¿Acaso a ti si van a comprometerte? Y no imaginaba cómo podría pasar eso, no conocía de ningún caballero que tuviera en mente desposar a una chica que sería, la mejor versión de un gran amigo.

Soy noble, mi lady Bromeó. Claro que seré forzada a casarme, pero voy a espantarles a todos... con un gran gruñido

Tonta... Le dió un suave golpecito en el hombro y Natsuki fingió haber recibido un gran ataque, sonrieron mirándose por unos breves momentos.

La morena aclaró su garganta. En realidad, debo casarme... porque es la única forma en la que tendría alguna esperanza de quitarme la máscara Abrió la palma de la mano y sujetó la máscara a través de las hendiduras que le daban luz a sus ojos, acomodando la estorbosa pieza. ...y vivir con normalidad, como cualquier persona... dejar de estar maldita

¿Cómo es que un matrimonio resolvería tal cosa? No entendía ese orden de ideas.

Si alguien pudiera amarme, amor de verdad, Ame no Mikoto tendría que dejarme ir, pero...

No necesitaba leer la mente para saber lo que su amiga pensaba, así que frunció su ceño y se cruzó de brazos. ¿Pero qué?

El amor no es amor si no es correspondido. Aún si lograra que alguien me amara, ¿Qué hay de mi propio corazón? Muda voz fue la suya, porque al mirar con un poco más de detenimiento, entendió que su amiga, sabía más de lo que decía de aquel sentimiento. No quieras saber que es el amor, o sentirlo... solo es hermoso si la otra persona siente lo mismo que tú, de otro modo es comparable a un calvario

¿Quién te ha herido en semejante forma? ¿Quién había osado rechazar a tan estimada persona para ella? Se puso de pie tan indignada que salpicó los principescos atuendos de Natsuki.

Pero esta no se inmutó ni un poco. No es una herida... sólo es un anhelo que me parece inalcanzable

Haré que te afirme... Dijo con desvelo, saliendo de la fuente, secándose los pies con un paño, ocupando sus medias y zapatos, pues estaba dispuesta a buscar al insensato.

Una amarga sonrisa se formó en los labios de la lobuna, quien imitó a su amiga, quedando de nueva cuenta lista para continuar los protocolos dignos de su fiesta. Mas no se movió, apenas un paso, para atrapar la mano de Nao y mirarla a los ojos. Mi padre está buscando para mí, una esposa... no está en mi naturaleza afecto por varón alguno Podría apostar que se sonrojó,  pero la pelirroja estaba más ocupada intentando comprender cómo un destino que desdeñaba en tal forma, estaba cernido sobre Natsuki y esta no parecía dispuesta a contrariar los deseos de su familia, aun cuando lo adornaran respetando sus gustos particulares. Quizás busque a alguien que como yo, sea... ¿Tríbada?

La sola expresión tan conocida era insultante. No es propio de ti... hace años que no eres así de... y no encontraba la palabra ...esta forma

¿Quieres sentir que puedes respirar sólo si le ves? Apenas soportarías estar lejos de esa persona, harías y serías lo mejor posible por su bienestar, y aunque duele la idea de no saber si te ama, en lo único que podrías pensar es en verla sonreír... te estremece el más mínimo contacto, te consume su sola mirada...

¿Quién? “Te hace sentir así” Intentaba pensar y buscar a una doncella del castillo, pero el número que tuviera una edad aproximada era tan reducido, ¿Shiori o Kara? Nina... Erstin o...

¿No es obvio? Tragó saliva. Eres tú... Tenía esa mirada, la que usaba cuando juraba decir la verdad, solo que cristalina.

Se quedó estática, incapaz de respirar siquiera. Porque le asaltaron todos aquellos recuerdos, la infinidad de veces en las que se hicieron mutua compañía, más la cuestión... es que no sentía lo mismo, no le había visto de la misma manera ¿Verdad?

Ante el prolongado silencio, Kuga comprendió la imposibilidad de sus circunstancias. Gracias por tu compañía esta noche, fue el más maravilloso regalo Realizó una venia formal, inclinando su torso, extendiendo su mano a la derecha y volviendo a llevarla sobre su pecho en el preciso instante en que concluyó el movimiento. Fui feliz debido a ti... Se dió la media vuelta y se desplazó por el empedrado marmolino hasta la entrada, donde Takeru apareció sonriente junto a Saeko.
——

Mudamente una lágrima cayó por su mejilla y aún más rauda la secó, pues ya no estaba a solas y la debilidad es algo que jamás debes dejar ver a alguien como el Conde Dai Artai.

Helaba, él lo disfrutaba de esa manera... había escogido aquel castillo por su proximidad con el lago de los Orphan, normalmente congelado en invierno y claro, su apariencia terrorífica, dando vistas de todo abandono humano jamás atrajo la sospecha de nadie. Pero no estaba allí por nada, ¿verdad? La ocasión de encontrarse a solas en la biblioteca era bastante escasa, así que estaba segura de haber sido buscada por él.

—Nao... mi querida dama— La voz grave de aquel señor retumbaba en la soledad del salón, sus ojos rojos tan fríos como el hielo que se había formado sobre el lago maldito, se posaron sobre ella con suspicacia. — ¿No estás complacida? Me parece que algo te molesta—

—Si hay alguna molestia de mí, no sería más que por tu juego en la mesa durante la cena—

—Vamos querida— Se acercó con una expresión divertida. —No es más que un poco de diversión, quería ver tu importancia para nuestra pequeña bestia—

—No soy valiosa para ella Nagi… tan sólo estaba abrumada por las heridas de su amigo y la noticia, no le diste ocasión de reaccionar— La pelirroja frunció levemente el ceño. — ¿No imaginaste el problema que te representaría si ella osara atacarte? ¿Qué habrías hecho entonces? ¿Dispararme para probar que eres lo suficientemente crudo?—

Claro que no… Nao— Se rió quitando hierro al asunto, deambulaba cerca casi como acechando, caminando alrededor de la bailarina, mirando cada detalle de su atuendo, con las manos en la espalda. —Le hubiera disparado a ella simplemente— Levantó los hombros. —Algo que no sería  muy conveniente dada la proximidad de cierta fecha… las balas negras que como veneno la hacen tan vulnerable, la convertirían en el juguete de trapo del temible dragón blanco y tampoco quiero eso, tal como dices, la bloquee, pero no podía darme el lujo de matar a ese chico, si sólo diciendo su verdad le concedería eso...— Se dió la vuelta y miró a su acompañante directamente. —No puedes prometer a un perro el darle un hueso para roer si hace alguna cabriola y negárselo después—

—Pasas de admirarla a subestimarla— La pelirroja levantó una ceja con una media sonrisa. —Algo peligroso si entendemos que es bastante inteligente—

—Es meramente una analogía, querida— Se excusó el peliblanco. —Sin embargo yo me pregunto, ¿Por qué tienes en tu poder lo que has deseado desde hace mucho tiempo, pero no he visto que disfrutes como es debido de tu regalo?—

— ¿Y disfrutar de mi regalo sería exactamente…?— Cuestionó disimulando en su ladina sonrisa la duda que el haber sido llamada por él, implicaba.

—Tomarlo todo... puedo ver la sed de tu lujuria cuando le miras, sáciate entonces y déjalo ser... ella morirá de igual modo... ¿O es acaso que aún le reservas amor a la fuente de todos tus infortunios?— Su sonrisa se transformó en una mueca amenazante. —Porque si ese es el caso... estás siendo impertinente por demás—

— ¡Ja…! amor, ese sentimiento fue desterrado de mi corazón a la par que sostuve entre mis brazos los cadáveres de mi familia—

—Siendo de ese modo… confío en ti— Sonrió como siempre que la miraba, juguetonamente antes de acercarse y tomar la barbilla femenina entre sus dedos, nunca estaba del todo claro, si él sentía el mismo deseo que todos los demás por ella o simplemente le gustaba generar discordia e inquina entre sus sirvientes, pero carecería de sentido. —Como sabes, la misiva remitida por Di’ Kruger ha reavivado esperanzas dormidas en mi estimada guerrera, algo no muy conveniente para nuestros planes… quiero que luche, pero no espero que salga indemne de la batalla ¿comprendes?—

—Siempre se ha tenido en vista, Nagi… incluso dudaría que ella lo ignorara— Confirmó lo que los dos pensaban.

—Algo no desestimable querida, la capacidad del ser para encontrar motivos suficientes, es lo que define a los hombres y distingue a los seres insignificantes de los magníficos… existen personas que sólo encuentran nefastas razones para hacer lo que les compete hacer, otras personas como Kruger, encuentran en la más mínima cosa buena, una gran fortaleza y es algo digno de mi admiración, si ella fuera por voluntad mi aliada sería perfecto, pero no siendo el caso, debo quitarle el brío, ¿comprendes?—

Claro que lo entendía, no era la primera vez que el conde la solicitaba para tales oficios, torturar era una de sus habilidades, apenas por debajo del baile. Y su especialidad no se ocupaba en herir la carne, más bien la mente. Había encontrado la forma de torturar a Fujino y servirla en bandeja de plata a Margueritte, si esa servil había probado la boca de su ama, no se debía a la astucia propia, sino a la suya y de haber tenido más tiempo, seguramente hubiera logrado más. Pero, lastimar a la mujer desconocida de alguien, era fácil, herir el orgullo de algún hombre, aún más simple... Natsuki tenía en cambio la facultad de devolver el golpe allí donde sus propias heridas aún supuraban dolorosamente.

—Es por ello que te encomiendo tomar de ella lo único que le queda, su orgullo... su altivez, los modos los dejo a tu certera perspicacia, porque Nao— Volvió a sonreír como un niño pequeño, perturbadoramente falso y así la Yuuki supo que tomaría de ella lo que más atesoraba. —Te cedí el goce de Sherezade generosamente, no ignoro el truco que empleaste aquella vez— Se acercó deslizando sobre el hombro de la dama, su dedo enguantado como si de un juego se tratara, más que espeluznante.  —...yo sé compartir y te dí a ti, la vez primera de la sacerdotisa del fuego perenne...— La pelirroja sintió la tácita amenaza que pronto estaría cernida sobre ella, no... sobre Zade. —y aunque no me gusta ser el segundo en nada, podría reconsiderar mi postura frente a tu querida concubina, la bella hija de Argos cuyos ojos verdes, tan hermosos como los de Kruger... te condenaron—

Ambos sabían que esa era una cruda verdad, Nao no soportaba la idea de que él tomara a la chica para sí... la idea le corroía por dentro, más incluso que su odio por el Doncel de hielo.

—Te aseguro querida, que si no me arriesgase la piel con los cristales de Natsuki, lo haría yo mismo, pero he visto que Kruger, incluso al borde de la muerte, sigue pensando en ti... puedes deslizar una espada por su garganta y aún entonces no te hará daño, puedes desgarrarle la piel y aún dirigirá una mirada gentil sobre ti...— No... No había pensado en ello ¿Por qué sería de ese modo? —Es una pena que por su nombre, ciertas personas hicieran cosas horribles— Concluyó al ver que una duda se habría formado en la mirada de la ojiverde, esperando que con ello el fuego de su ira naciese nuevamente.

— ¿Entonces por qué debo ser yo quien la castigue más?— Susurró con la mirada perdida en la ventana donde el cristal impedía al hielo hacer nido dentro de aquella habitación plagada de libros. —Esa tarea puede ejecutarla otra, le serviré si lo eliges—

Nagi se mordió los labios, con la proximidad de la luna escarlata, tenía que garantizar la presencia de aquella mujer en las tierras de Fukka. —Me pregunto con quién está tu lealtad, veo como tengo que exigir más de lo necesario a Sherezade y a Darsiv, pero ellos fueron desde el principio esclavos, forzados aguardando la libertad... en cambio tú, querida Nao, elegiste por propia cuenta unirte a mí, te di todo lo que cualquiera podría desear sin solicitar lo acostumbrado y ahora ¿Te atreves a negarme la única cosa que pido de ti como prueba de tu lealtad a nuestra causa?— Más que molesto el Conde estrechó entre sus dedos la barbilla de Nao. —No quiero tener que recordarte, quién ordena y quién obedece—

—No estoy negándome— Masculló entre dientes sintiendo la presión dolorosa en su rostro. —Quería evitar el riesgo de morir empalada, dudo que Kruger me conceda los restos de su alma por propia voluntad—

—Eso espero— La soltó, dejando atrás la marca de sus dedos y a Nao sobando la zona afectada. —Eres víctima de tu propio invento, le enseñaste tan bien el arte de la seducción que... estoy seguro, todos mis leales esbirros darían un brazo por el placer de tocar aunque fuera un poco de su piel— Dejando aquellas palabras en el tintero. —Oh... y no olvides, que exijo resultados con prontitud o en verdad, Zade no será por más tiempo sólo tuya— El Conde Artai desapareció de la biblioteca, dejando en soledad a la bella bailarina.

—Y no será mía después de esto...— La mirada limón, se fijó una vez más en los cristales donde la escarcha se formaba desde el exterior, que frío era el invierno, pensó, y aun así era tibio comparado con aquel frío ser que de tanto en tanto Nagi delataba, él podía ser incluso más crudo que la misma muerte. —Lo Lamento… pero voy a lastimarte un poco más— Dicho esto abandonó la biblioteca, fue a su habitación por algunos instrumentos, para lo que abrió un baúl que no usaba hace tiempo.

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El blanco corcel cruzó el enrejado cubierto por la nieve y con paso fino llevó a su jinete a la entrada de la marmolina casa de la familia Fujino. Un sirviente acudió a recibir a quien en antaño era forastera, pero que en los más recientes días, se había unido a la familia como un miembro más... alguien del importante agrado de la joven ama Shizuru.

Inclinando su cabeza, aquel leal, guió a la invitada al interior de la casa, ordenando a otro como él, llevar al corcel de nombre Cian a sus establos, allí donde el abrigo le protegería de aquellos helados parajes. Por su parte, la que con títulos en el nombre se comportaba como la más humilde, saludó de paso a las abuelas, que reunidas continuaron jugando en un tablero de damas, cuando las otras, Mai y Mizue se ocupaban de la cena que pronto tendría lugar, con la indispensable asistencia de otras siervas.

Entrando en la morada y ascendiendo por ella como si la habitara, la de atuendos formales para un caballero, arribó a la habitación de la castaña, en la que la dama se ocupaba leyendo un libro, para pasar el tiempo, para olvidar la preocupación que no le abandonaba.

Tocó la puerta abierta para atraer la mirada escarlata de la futura madre, la cual le sonrió nada más verla. —Hola... Shizuru— Susurró, viendo en el gesto de la dama una razón más fuerte para quedarse.

—Nina... me alegro de verte— Respondió como cada vez que la joven acudía a visitarla. — ¿Hemos sabido de ella?— E igualmente no pudo solo saludar, como cada vez.

—Takeda le ha llevado tu carta... pero no ha retornado, lo cual es normal... Fukka está, un poco lejos—

Shizuru asintió tratando de no pensar cosas más lúgubres, se puso de pie y se aproximó para prodigar un abrazo a la morena, para darle y darse fuerzas en aquellos momentos tan difíciles. Nina, había ido cada día a verla, sin importar el cansancio después de las largas jornadas de entrenamiento, las lesiones o las dificultades, que se habían complicado un poco con la llegada de la segunda escuadra remitida por Windbloom y a las órdenes de la princesa Mashiro, pues estos se miraban rezagados en comparación con sus 16 guerreros ya formados en el arte del combate de los Orphan.

—Eres sin duda, la mejor noticia de cada día...— Susurró Nina en el oído de la castaña, poco antes de apartarse en aquel efusivo saludo.

En respuesta se oyó la voz cantarina con el acento de Tsu. —Ara ara, pensé que era otra dama el motivo de tus suspiros, sin embargo tengo que declinar cortésmente Nina, sabes de antemano que es Natsuki la dueña de mi alma y de mi vida—

Sonrojada hasta las orejas, la actual ama de la casa Kruger centró su mirar en la sonriente castaña que tenía cara de andar tomándole el pelo. —Yo... err... intentaba decir que... que verte a ti es sentir mi esperanza viva y alegre, sueño con conocer a...—

—A tus sobrinas...— Se apresuró a aclarar, robándose con ello una sonrisa genuina de la boca de la Kuga. —... sé que mucho ha cambiado desde aquella vez y tu afecto por fin nos es fraterno—

Se estremeció abrumada. —Entonces siempre lo supiste...— Desvió la mirada ligeramente apenada, no querría ni por asomo afirmar tal cosa, pero era una verdad innegable, así que solo suspiró con resignación...

— ¿...que estabas embelesada con Natsuki desde la más tierna infancia?— Sonrió disfrutando por algunos momentos la tímida vergüenza de la pelinegra, pensando una vez más en su amante, de quien Nina tenía ademanes semejantes.

—Te juro que eso es pasado...— Respondió temiendo una mala reacción, pero estaba claro que aquello no era nuevo para ninguna de las dos.

—No te culpo, pero claro que lo noté... la forma en que la mirabas hace casi dos años, habrías dado un brazo, una pierna, tu vida entera por ella y así me sorprendía que ella no se diera cuenta—

—Y fue mejor de esa forma... de otro modo, ¿quién sabe qué habría pasado? Conociéndole es claro que se habría desposado sin amor, y qué mala pareja hubiésemos hecho... no... no quiero ni imaginar un mundo en el que ellas no existan, no puedo ni pensar que no seas tú la felicidad de Natsuki— Confesó; encariñarse con el amor de una madre, verla anhelar a aquellas pequeñas mucho antes de nacer, había sido un sentimiento contagioso, aún si sus sobrinas apenas se forman en el vientre de la castaña y saben los dioses que las protegería con cada aliento de su vida.

—Ni yo... además, ¿qué habría sido de Erstin?— Añadió alegremente la castaña de Tsu.

En el acto sintió un nudo en la garganta nada más escuchar aquel nombre, pues había evadido la conversación a lo largo de los días. Se le daba mal mentir... —No lo sé, tal vez... tendría un esposo e hijos— La tensión en esa mandíbula tan similar a la de cierta persona, y aquel ademán delator, atrajo ipso facto la atención de la castaña, quien notó la amarga mueca que Nina intentaba disimular.

— ¿En qué momento dejamos de hablar figuradamente?— El silencio que la dama guardó ante la pregunta, fue con toda certeza para Shizuru una afirmación callada. — ¿Pasó algo entre Erstin y tú?—

—No pasa nada...—Mordió sus labios impotente. —Porque no somos nada— Shizuru vio en la mirada de magma los cristalinos que amenazaban con emerger, sin embargo, Nina era en extremo orgullosa y ninguna lágrima escapó. —He roto nuestro compromiso, así que es libre de ir con quien escoja— Así como delató el tono grave de su voz, la realidad cierta de aquella ‘figuración’.

La hija de Mizue supo que aquella era una fibra por demás delicada, así que guardó prudente silencio, esperando que la ansiedad venciera a la joven y su charla le invitara a profundizar, pero jamás la forzaría, sabía por la prima de ésta lo complicadas que podrían ser las Kruger.

Y como si de una confesión se tratara, Nina fue incapaz de esconder los motivos de sus airadas palabras. —No pude perdonar la falta de sus hermanos, la culpa carcome cada parte de mí... Natsuki no estaría ahí atrapada a la merced de nuestro enemigo si...—

—Si mi padre no hubiese confabulado con el conde, si mi padre no hubiera asesinado al suyo... si una bestia sin maldición queriendo proteger a quien le retiró tal carga tuvo que quedarse atrás, entonces ¿quién sería más culpable que yo Nina?— Musitó comprensiva y ligeramente dolida.

—Eso no...— Causarle alguna pena, era lo que menos quería, si de sus ánimos dependiera el bienestar de las niñas.

Shizuru sonrió, notando el embrollo que se hacía la pelinegra como queriendo desenredar sus confusiones, sin lograrlo ni un poco. —No puedes culparte o culparla por las acciones de otros, ¿o me culpas a mí porque es mi padre?— Fue más precisa entonces.

—No puedo enojarme contigo... y menos por él, sería... darle demasiado valor y no lo merece— Respondió al fin derrotada, sabía de la arbitrariedad que cometía con Erstin y a dónde se dirigía Shizuru.

— ¿Por qué me das a mí un beneficio que le niegas a la mujer que amas?— La castaña levantó una ceja sabiendo que le había dejado sin argumento alguno. — ¿O es que ya no es ella la dueña de esos sentimientos y solo figurativamente, es una buena excusa para salir de ello?—

—No es... de esa manera Shizuru— ¿Pero cómo explicarlo?

— ¿Entonces cómo es?, en tus términos, quiero decir...—

—No sé de un castigo más gentil; si dijera una palabra a las personas incorrectas... una soga posaría en el cuello de Taro y de Kano, no es menos que traición lo que hicieron. Pero no podría ver tanta tristeza en el rostro de Erstin por mi culpa y sólo esto pude hacer para no dejarlo solo ser... como si su traición a mi pa... tío, no fuera nada, así que lo herí a él y a su familia donde más duele, si sabe que por su falta su hermana no será desposada con los honores que yo quise brindarle—

—Eso se oye un tanto turbio, quizás lastimaste el orgullo de los Ho, pero no se compara con el daño que le hiciste a ella—

Dicho en esos términos se comportaba de una forma infantil y obcecada, pero conocía de antemano a su consciencia y no le dejaría en paz. —Y cómo reviertes una cosa así... deshice mi palabra, ¿qué valor tiene ahora? o... ¿o qué importancia?—

— ¿Cómo no sería importante que le hagas saber que tus sentimientos no han cambiado?— La castaña sonrió, aquello era tan evidente a la luz de sus pensamientos.

—Importaría si no hubiera seguido adelante con tanta prontitud...—

— ¿Qué significa eso?—  Cuestionó Shizuru ligeramente incrédula ante aquella insinuación.

—Significa que otro caballero la pretende y ella no ha rechazado sus... pretensiones— Nina caminó hacia la ventana, intentando esconder el tono ácido o la mueca enojada en su faz.

—Un caballero...— Y Shizuru se esmeraba en no reír ante la particular situación, los celos de Nina se antojaban un tanto tiernos y cómicos al mismo tiempo, porque podría apostar que aquella joven herrera no tenía ojos para nadie más.

—Ajá... rubio, alto... de ojos avellana, un tal Krauss— Fruncía el ceño mientras manoteaba absolutamente molesta, pero con un aire tan infantil a los ojos de Shizuru, que esta no evitó sonreír y elegantemente ocultó su risa en una tibia taza de té a la que le dió un sorbo. —El sujeto maneja la maza y el martillo como si fueran tan livianos como plumas, imaginarás así la musculatura que tiene...—

—Solo dime que es un poeta, que le compone finas canciones y entonces voy a preocuparme— Añadió al notar que en verdad era demasiado importante para Nina.

— ¿Poeta? ¿Crees que eso sería suficiente?— Una nota de pánico se escapó brevemente.

—Bueno... a mí me encantó escuchar el violín de Natsuki, no pude ignorarla por ello y cabe decir que entonces no tenía ni idea que existía—

—Err... ignoro si es poeta o toca algún instrumento, se ha dado por bien servido con la suerte de no haber probado mi espada— Amenazó con verdadero interés esgrimista.

—Y no tienes derecho... tú renunciaste a ella, por razones... mmm ¿justas?— La castaña le hizo recordar ese estimable detalle.

— ¿Entonces no puedo hacer nada?— ¿Dejar que ese hombre tomara ventaja de su rompimiento?

—Yo no dije eso...— Respondió con un dejo de inocencia que no causó sospecha alguna a la morena. —Me parece que algunas veces, alguien que conozco se comporta como un caballero y se olvida por momentos, las ventajas que posee una doncella, como mujer siempre has tenido en tu mano el acceso a lugares con los que los hombres solo sueñan... las termas entre otros, ya ves que es una mejor idea ir allí en invierno—

—Pe... Pero ir allí ¿y si ella está ahí?—

—Podrías ver... si le gusta lo que ve—

Un profundo ¡Oh! Resonó en su mente al entender la sugerencia de Shizuru. — ¿Es... eso no es trampa?— Pero era más la vergüenza de mostrarse desnuda o verla... ¡Por los Dioses! Ardió su rostro.

—Bueno él tiene ojos lindos, músculos y eso parece preocuparte bastante... da la impresión que no es alguien a quien conozcas, es una desventaja pero no todo está perdido así que podrías refrescarle a Erstin un poco el motivo de su atracción por ti—

—Si soy honesta... no sé qué es lo que le gusta de mí o si aún le gusta, tú misma lo dijiste... le hice daño y no encuentro por ahora una forma en la que pueda resolverlo—

—Imagino que sin resolver la deuda de las acciones de sus hermanos, no puedes solo desistir... del retiro de tu propuesta, ¿o sí?—

—No puedo... me atormentará en todo momento el no hacerles pagar—

Shizuru notó el nivel de terquedad que ocupaba Nina y al mismo tiempo el alcance de su perdón, otra en su lugar habría dejado a Taro y Kano morir en la horca por conspirar con Nagi, sabía que una misericordia semejante no sería recibida por su padre. Entendió al fin el sentir de su amiga y por ello se atrevió a brindar una alternativa diferente.  —Renunciaste a casarte sólo para herir a Taro y a Kano en lugar de sentenciar su muerte, pero ¿Quién dijo que renunciaras a Erstin? no puedo decir que ella no ansíe ser conocida como tu esposa, pero sí puedo apostarlo todo a que no soporta ser nada de ti— dijo con un tono incluso más comprensivo. —Del mismo modo que tú, odias a otra persona en tu lugar y tal vez no lo sepas, pero la deshonra que le hiciste a la familia Ho, sólo mancilla a Erstin; para una doncella es bastante problemático rechazar otra propuesta, si tiene suerte de que se presente nuevamente... si Krauss se te adelanta, es posible que se vea forzada a afirmar— Resultaba extraño para Shizuru explicar cosas tan obvias a otra mujer, pues es claro que si Nina había sido criada por Takeru después de la muerte de Saeko, la mitad de su vida había sido una dama y por la forma en que había lucido vestidos previamente, algo del tema sabía cómo para dar la impresión de ser una princesa de cristal, tan delicada y frágil; sin embargo, la restante parte de su adolescencia seguramente fue tratada como un caballero y de ahí las otras muchas habilidades que había delatado, pues nada tenía que envidiarle a un terrateniente. Nina Kuga Kruger era sin lugar a dudas la más evidente ambigüedad entre lo femenino y lo masculino, porque claro tenía que Natsuki era prácticamente un caballero, salvo por las delicias féminas que salían a la luz bajo esa ropa, bajo esa fría muralla exterior.

— ¿Y si algo pasara en Fukka?— Las dos conocían los riesgos, no era para andar suponiendo que su retorno a la tierra que la vió nacer, sería un paseo por un jardín de flores.

—Nina, te lo expondré en mis términos. Prefiero el honor de ser esposa y viuda, que nada... prefiero haber amado a Natsuki y tener su semilla en mí, que no haberla conocido por miedo al dolor que estas nefastas circunstancias llenas de incertidumbre nos han ocasionado— Sabía que no tenía un modo de explicar sus circunstancias pues no eran las mismas, pero el sentimiento no distaba demasiado. —Nina reflexiona, ¿no somos demasiado jóvenes como para llenar la vida de tantos arrepentimientos?—

Eso no podía negarlo, no tenerla era apenas tolerable pero la idea de verla en los brazos de Krauss o cualquier otro hombre le torturaba el pensamiento. Se maldecía, pues a mala hora le ordenó a las escuadras hacer labores de apoyo en la herrería... cuando el segundo escuadrón remitido por Mashiro Kruger desde Windbloom se presentó en Tsu y tuvo que dividir el tiempo entre los dos grupos, pensó en aquella solución para hacer un mejor uso del tiempo y sus trabajadores, pues sabía de las largas jornadas y de los sacrificios que estaba haciendo la familia Ho para forjar las armas encantadas de aquellos guerreros, además de entrenarse al mismo nivel que los demás en el caso de Erstin y Taro... pese al hecho de haber contratado a cada martillo de Tsu disponible, incluidos los de otros terratenientes de la zona no sin haber claro, dado a los patronos un incentivo monetario, se miraban cortos en la preparación y el traslado de insumos como el carbón, metales y demás, o el soplo de la forja.

Toda solución encontrada al predicamento era ocupar a los soldados en las labores de carga y preparación, las cuales no requerirían conocimientos tan selectos como los de un herrero, pero que desocuparían unas cuantas manos más hábiles. Con aquel pensamiento ordenó a cada cuadrilla realizar tales labores durante los tiempos entre los que se intercambiaban las instrucciones, teniendo como resultado que cerca de 40 hombres tenían la ocasión de interactuar y admirar la belleza de su amada; aunque muchos desestimaron la seria posibilidad de tener como esposa a una mujer prodigiosa como Erstin solo por motivo del oficio que ocupaba, otros la encontraban encantadora o tal vez esperaban aprovecharse sin tomarse las cosas seriamente... y de solo pensarlo estaba segura que sería capaz de matar a quien osara engañarla para obtener su virtud y sus pasiones, dadas esas circunstancias no pudo dejar de ver en su dirección silenciosamente...

De todos, encontró que Krauss posó sus ojos en ella más de lo que una amistad le permitiría y había comenzado a pretenderla sin reparos, el sujeto andaba por ahí sin camisa en medio del gélido paraje, moviendo troncos de un lugar a otro sólo para exponerse glorioso a los ojos celestes de su ex-prometida, tomaba la oportunidad de sus instrucciones con la maza para rozar sus manos con las suyas o algún otro roce no tan accidental, o eso pensaba Nina, ya fuera avivando el fuego de sus fraguas o martillando según la sabia indicación de la querida Erstin, allí donde mirara, él estaba junto a ella y deseaba romper su cara por eso. Incluso sabiendo aquello ese día no pudo solo pasar por allí cuando la añoraba y una mirada era suficiente para apaciguar la ansiedad que le recordaba siempre extrañarla, supo de inmediato que fue una mala idea, al verla tan cerca de aquella bestia de trabajo, cosa común si no fuese por el hecho de su bella sonrisa y el sonido límpido de sus carcajadas, aquello fue como una espina capaz de robarle el aliento, Krauss la hacía reír y ella solo posaba lágrimas en su rostro, se retiró de allí mucho antes de ser vista. ¿Cómo sería posible no ver lo evidente?  Estaba siendo inconveniente, pero de fondo no sabía rendirse simplemente.

Ese no fue ese más que el principio de aquella horrenda pesadilla, les vió de allí en adelante ocupar tiempo juntos, otras veces en compañía de tres guerreros más... el grupo que se conocía como los 4 jinetes de la guardia de Fukka y no tardó en comprender por qué, de la escuadra ellos avanzaron a pasos agigantados. Krauss el mazo de bronce, Alexei la doble cuchilla, Alanis el látigo de sangre y Christin ojo de águila.

—Apenas puedo respirar con los que ya siento— Cerró los ojos dejando salir un hondo suspiro, pero una y otra vez, sólo podía ver dentro de su mente aquel instante en el que Erstin envió a Taro a devolverle su anillo.

—A cenar, señoritas... espero Nina que tu apetito sea tan bueno como siempre— Se oyó la voz de una joven pelirroja que entraba en la habitación con toda jovialidad. Así tarde, notó la indiscreción al sentir el repentino silencio que ambas ocuparon. —¿Interrumpí no es así?—

—No... No interrumpes y claro, sería un crimen dejar algo en el plato, cocinas estupendamente Mai— Se apresuró a aclarar Nina para no ofender a la bella anfitriona.

Shizuru sonrió para tranquilizar a su hermana. —Sospecho que la perspectiva de otra mujer sería... de lo más útil. ¿Podríamos consultarte algo, Mai?—

—Claro... soy toda oídos— Aquello era inesperado, rara vez había sido consultada por la menor, de alguna manera Shizuru era como una alma vieja en un cuerpo más joven, naturalmente sabia.

—Si Reito solicitara el rompimiento de tu compromiso, ¿Cómo te sentirías?—

‘Alivio...’ pensó. —Una tremenda pena— Dijo con tono neutro intentando no delatarse. Y vaya que había sido un inesperado golpe, ¿Acaso Shizuru sabía de su discusión con el moreno?

—Sí... lo sé, pero en serio... ser... ser amante ¿no es más indignante? ¿Qué mujer aceptaría una cosa así?—

—¿Quién amante de quién?— Se miraba tremendamente confundida.

La Kuga se sonrojó violentamente e intentó explicarse. —Yo rompí el compromiso que tenía con Erstin para castigar a sus hermanos por traicionarnos a los Kruger, y Shizuru sugiere que mantenga una relación clandestina con ella... yo dudo en verdad que ella me acepte en esos términos— Nina no estaba acostumbrada a semejantes acciones tan truculentas. —¿Estarías con esa persona aunque no fuera con el honor de ser esposa?—

Mai sonrió, qué difíciles preguntas se antojaban esas. Y aunque no fuera una consulta a sus particulares circunstancias, sabía de antemano la respuesta. —La sociedad establece las formas en las que un caballero puede declarar su amor frente a una mujer, pero no dice cuáles son las convenciones propias del amor entre dos doncellas... para una mujer que ama, la presencia de la persona amada es más que suficiente sin importar su género, después de todo, ¿qué valor tiene casarse para ser infeliz? Te diría, si en verdad quieres a la Srta. Ho, no puedes simplemente apartarte dejándola sola, porque con certeza habrás roto su corazón, ve por ella y que no se te escape... te aseguro, que justo ahora es lo que ella más desea— Y la de ojos violáceos lo dijo con tal sentimiento que Nina Kuga, ni siquiera se preocupó de la cena o de algo más que no fuera, ir tras Erstin Ho.

Salió de la habitación casi corriendo, así Mai y Shizuru apenas oyeron un ‘hasta pronto’.

—Debí decir algo como eso desde el principio... gracias Mai, eso fue más que inspirador— Sonrió divertida la menor de las dos, pero la de violeta mirar fue incapaz de fingir una sonrisa.

—Ella al menos puede ir tras la persona que ama y arreglar las cosas— Se dejó oír una tenue lamentación.

—Mai...— Tal vez se debía a la sensibilidad misma de su estado de buena esperanza o a su particular forma de percibir el mundo, tanto más agudamente que los demás, le decía el instinto que su hermana mayor no se refería justamente al señor Kanzaki. —No importa lo que hagas o decidas, si la gente lo aprueba o no... Yo siempre, apoyaré las decisiones que te causen genuina felicidad—

Leyó en la mirada escarlata de su querida hermana la invitación, sabía que de la multitud únicamente ella entendería su sentir, alguien que ve el mundo en la forma que solo ambas pueden y admitirlo, avivaba la culpa que le llenaba por aparentar que no era así. Se lo habría creído, eso de ser tan común... de no ser por la vez primera en la que sus ojos vieron a la Diosa de Fukka. —Zuru... por donde podría comenzar—

—Desde el principio... tu principio— Sospechaba, claro que sí... pero la confirmación de sus ideas era una sensación tanto cálida como preocupante. Así Mai dio inicio al relato de aquella primera ocasión en la que aquella bromista criatura encantó la esfera de la adivina Midori... sin pensarlo, sonrió. Mientras Shizuru se sonrojaba, recordando que honestamente aquella predicción fue más que certera.

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La castaña caminaba de un lado a otro como fiera enjaulada en el despacho del Rey, con ceño fruncido y la anticipación palpitando en su pecho, apenas podía estar quieta, dado que se le había negado cualquier proximidad con Mashiro. Incluso para su amistad fragmentada, aquello era demasiado, así que cuando al fin vió a otro tan idéntico no tuvo ningún tacto.

—Te tardas demasiado...— Reprochó nada más ver el rostro de su hermano.

—He venido en cuanto me has llamado—Dijo Ren quien apenas atinaba el motivo de su reunión con Arika, pues ni un saludo le otorgó a su arribo. —No te entiendo—

—No hablo de eso... dijiste de llevarla lejos de aquí... por su seguridad— Le recordó.

Primero comprendió el contexto, luego bajó los hombros con pesar. —Ya no es una opción...— Admitió el mayor desviando la mirada sobre la ventana. —No es prudente—

— ¿De qué hablas?— Frunció levemente el ceño con algo de extrañeza.

Los ojos zafiro de Ren se cristalizaron y aunque se esmeró por no derramar su llanto, una lágrima escapó, deslizándose por su mejilla. —Los riesgos para... nuestro hijo son... muy altos...— Sentía el nudo en la garganta. —...y me preocupa mucho Mashiro, el doctor dice que ella no sube el peso que es necesario, tiene vómitos intensos y la comida apenas toca su estómago, además en cuanto finjo dejarla a solas en su cuarto la escucho llorar a través de la puerta, está... está triste todo el tiempo, digo... no sé mucho de estas cosas pero, ¿No debería verse feliz? ¿No son felices las madres cuando gestan a sus hijos?— El león de Arias tomó asiento abatido. —Necesito un trago...—

Él sí tenía edad para tomar, pensó mientras iba a la estantería de licores a conseguir una copa y una bebida alcohólica. Sin asimilar las cosas del todo, pues toda vista de Mashiro le había sido negada por Shinzo, era claro que sólo por Ren podría saber un poco de su estado y claro, la situación era más angustiosa de lo que imaginaba. —No siempre, hermano...—

—Ahora soy yo quien no entiende nada Ari— Tomó la copa que le fue tendida por su hermana, la cual tomó de un solo trago, incluso hizo un ademán no dejando a Arika retornar la botella a su sitio.

Comprendiendo que el muchacho no tenía con quien más desahogarse sin ser juzgado como débil, tomó asiento y sirvió otra copa. —Ser mujer, es una maravilla tan compleja y llena de misterios como no te haces una idea... la sola capacidad de albergar vida en nuestro interior es sin duda una bendición divina, pero también... es un proceso por demás exigente a nivel físico y emocional, no es para nadie un secreto cómo la sensibilidad de una dama queda a flor de piel. Insinúa que ha subido de peso si quieres ser muerto antes de llegar la noche— Sonrió intentando bromear, y Ren procuró devolver una mueca alegre que más bien reflejó mucha amargura. —... muéstrale un par de botines de bebé y llorará de dicha...— Añadió intentando llevar la charla a cuestiones más positivas.

—Pero cómo saber si llora de dicha o de tristeza, ¡Sigo sin entender!...— Levantaba los brazos manoteando involuntariamente, estaba preso de la desesperación a punto de tirar de sus cabellos.

La menor no pudo más que sujetar por los hombros al mayor. —No es posible saberlo, si ella no lo dice...— Subió la mano y acarició la mejilla del castaño cuya congoja le tocaba hondamente. —Solo digo que puede estar muy feliz por ser madre pero eso no implica que mágicamente deje de sentir el malestar en su cuerpo, o se detenga el carrusel de emociones, pasar de la risa al llanto... ella está feliz, pero triste al mismo tiempo... no es una mala madre por ello, porque no todo está bajo su dominio— La castaña se rascó un poco la cabeza. — ¿Se alimenta adecuadamente?—

—Sí, y yo no pienso que sea mala... cada vez que come, tiene un ataque de náuseas... hemos probado con todos los platillos de su predilección, incluso los que no le gustan y otros sugeridos por las nodrizas... hasta mi madre me ha dado un par de remedios que da fé de ser muy buenos, pero nada funciona y la última vez tuvo un poco de sangrado— Notando Ren cómo Arika palidecía, se sirvió aclarar raudo. — ¡No ha perdido al bebé!— Salió más ronco de lo planeado. —Cof... el bebé está bien por ahora, se ha dicho que este pequeño desgarro fue por motivo de las arcadas, que se hace alguna fuerza indebida en aquellos desventurados instantes, pero con reposo ya pronto podrá mejorar y es factible que después de un período, las náuseas se vayan... ahí podrá subir de peso y todo irá bien, pero hasta entonces no puedo moverla del castillo Ari—

—Gracias a los dioses el nene está bien... solo maldigo el infortunio de su imposible marcha— La castaña apenas pudo decir aquello, las lágrimas amenazaban con salir. —Perdona si falto a la ley en tu presencia...— Vino, era algo que podía tomar, casi por cuestiones gourmet, pero Whisky como el que tomaba su hermano, no y no le importó, sirvió otra copa y los dos bebieron para pasar el trago amargo de aquellas circunstancias dolorosas... la insoportable idea de que esa pequeña luz se perdiera mucho antes de ver con sus ojos el mundo, casi le arrancaba un gemido de profunda angustia a los dos.

Después de algún silencio y momentos de apoyo, entre una y otra bebida, Ren levantó la cabeza, aún dudando si el alcohol le había afectado o simplemente necesitaba ser sincero. —Nunca creí que... llegásemos a compartir de esta forma, me alegro de que seas mi hermanita, Arik—

—Err... yo también Ren, pasé tanto tiempo enojada contigo por lo que el destino tuvo a bien obsequiarte, que jamás imagine llegásemos a este punto y en serio... espero que todo salga bien con... mi sobrino— Ahora la idea no dolía tanto, incluso le daba algo de ilusión conocer al pequeño por el que imploraba todo mejorara.

Asintiendo con todo el agradecimiento que podía, Ren le dió una palmada a Arika en la espalda, quien se secaba un par de lágrimas de la cara. Tomando algo de aire y valor también se atrevió a cruzar otras palabras. —Y viendo tu buen ánimo... mmm... ¿Acaso algo ha cambiado?— Cuestionó ligeramente abochornado. —Quiero decir, con... la princesa De'Zire—

El baluarte se esmeró en poner la mirada en otra dirección para contener en su cara un sonrojo, el cual sin duda emergió delatándole en el acto. —No puede un caballero, referir ciertas cosas Ren...— Intentó en vano ser diplomática, era odioso ser tan mala mintiendo.

Ren, quien apreció el esmero, sonrió genuinamente contento. —Oh... así que has cumplido el contrato, tal como lo sospeché—

— ¿Pero cómo lo sabes?— La menor no daba crédito, sin embargo, por algo él era el mayor ¿No es así?

—Por la expresión de tu estimada, noté que algo había cambiado... sus ojos brillan de alguna forma, se mira en extremo contenta, ¿me explico?— No quería ser más directo, a fin de cuentas no era igual a cuando un hombre y una mujer estaban, Zire no andaba chueco ni parecía adolorida, a su entender... todo lo contrario.

—Entonces... ¿No es la primera vez que lo ves?— Una pregunta un tanto masoquista, se dijo a sí misma en cuanto escapó de sus labios, ¿Acaso la mirada de Mashiro cambió cuando ellos dos...? “¡Por los dioses Arika! No los imagines”

—Bueno...— Ren parecía incomodó, y Arika se esforzaba en cambiar la conversación pero nada le venía a la cabeza. —No con ella... no te angusties— Adivinó el mayor las ideas de su hermana y no quiso, dejarle aquella idea.

—Gracias... no... err... digo— No podía estar tan feliz por la mala suerte de Ren, pero mostrar alivio era inevitable.

—Tranquila... las primeras veces no son tan sencillas, hay demasiadas expectativas de por medio y si lo piensas...—

—No es que estuviera pensando demasiado...— Admitió apenada.

—Ja... Jajajaja—

— ¡No te rías!— Reprochó dándole un golpe leve en el brazo, el cual hizo que Ren se sobara un poco.

—Perdón, perdón...—

—¿Es... Cof... decir que tú has estado con otras mujeres además de Mashiro?—

Pensó en adornar las cosas o hasta negarlo, pero sabiendo que no tendrían otro momento igual, fue honesto. —Sí...—

— ¡¿Estás loco?!— Lo sujetó por las solapas. —Si el Rey se entera... te colgará y no justamente de las manos o del cuello—

—El Rey lo sabe...— Ren intentaba no reírse, pero su hermana se lo hacía muy difícil... —No es igual para los hombres como para las doncellas, Ari...— Intentó aclarar al ver la estupefacción de su faz. —Y no he sido infiel a Mashiro, antes de que lo pienses—

— ¿Entonces?— la castaña se apenó un poco, porque lo había pensado. — ¿Cómo pasó? ¿Hace cuánto tiempo?—

—Fue unos días antes de firmar la carta... Rento y Taeki me llevaron a un lugar de citas, un lugar donde las mujeres se entregan a los hombres por dinero— No sabía cómo más explicárselo a su inocente hermana, que si bien acababa de tener su primera ocasión no estaba al nivel de experticia que él.

—Eso suena un poco repugnante... y muy cruel para una chica— Confesó.

—Sí... en ese entonces no sabía exactamente a qué sitio me llevaban, pero allí... llevaron una chica cuyo cuerpo no había conocido hombre, estando a solas te aseguro que intenté negarme y pensar en algo, pero recuerdo lo ella me dijo... ‘Seré vendida de todos modos’— Ren tensó la mandíbula. —‘Y quizás me corresponda con un hombre hostil y bruto, sé gentil por favor’— Negó con la cabeza. —Al final, entendí que sería el siguiente en la puerta, que no se preocuparían de ella, si sentía o no... Eran hombres mayores, poco agraciados y al parecer muy ansiosos, lo siento Ari, no siempre es tan idílico, y es por ello que me siento tan contento por ti.... porque De'Zire fue gentil contigo ¿Verdad?— Frunció el ceño al final, si bien por momentos Ren olvidaba que hablaba con una doncella, un instante después al recordarlo, la idea de un maltrato de ese tipo sobre su hermana le hacía hervir la sangre de ira.

—Hey... tranquilo, fue tan delicada como suave es el pétalo de una rosa, no me dolió... ¿está bien?— Le murmuró al ver que se ponía rojo y sus venas se brotaban un poco.

Ren asintió verdaderamente aliviado, como volviendo a respirar. —Te deseo, toda la felicidad de este mundo Ari... de verdad—

—Y todo se resolverá Ren, ya lo verás—

Después de un prolongado abrazo y de devolver la botella al estante, Arika y Ren acomodaron sus atuendos, se miraron el uno al otro con una sonrisa más tranquila en sus rostros. —Por favor... guarda el secreto, no quiero que nadie lo sepa—

—Jamás lo diré— Ren sabía que se refería específicamente a Mashiro, pero era un detalle que se refiriera a todos.

—Cuida de ella...—

— ¿No irás a verla?—

—Ren... me descubriste cruzando dos palabras, vamos... no quiero que ella me atrape y sabes que yo no sé mentir, por ahora lo que más importa es que ambos estén juntos, como amigos, como esposos— Eso le costó decirlo. —Como padres— Serían tan rectos como fuera posible. —Sólo te pido, me informes de su bienestar y del tuyo, ya sabes... del bienestar de los tres... o no tendré paz, por favor—

—Así será... y gracias— Se dieron la mano, dejando entre los dos, un pacto sagrado.

Dicho eso, Ren abrió la puerta del despacho para que su hermana pasara y después de ello, se encaminó por la dirección contraria del pasillo a la que Arika se dirigió. Con un sentimiento más ligero entre hermanos, y aunque la angustia por su hijo no le abandonaba, supo que la menor, nunca más volvería a interferir con su relación, lo cual le daba una oportunidad que no podía desaprovechar, era ahora o nunca.

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Oyendo sus propios latidos con alguna esperanza en las manos, si una flor de invierno pudiera decir lo que sus labios se negaban a murmurar, llegó a las tierras que un día pertenecieron a los Asakura y ahora estaban a su cargo. Bajó de Cian y lo encargó a uno de los siervos, miró la flor que el destino curiosamente le permitió ver en un breve desvío ocasionado por la caída de un viejo árbol sobre el camino, y es que raro es... que una flor sea rociada por el agua y el frío la congele lo suficientemente rápido para preservarse cristalizada durante el invierno.

—Alteza...— Oyó la voz de cierta sierva, cantarina como siempre la joven Norihiro cada vez que la veía. —Ha vuelto pronto, ¿ha pasado algo?, ¿está bien Lady Shizuru?— Dejó ver una mueca de aparente preocupación.

—Está en perfecta salud, solo... tengo pendientes urgentes que atender... inaplazables, podría decir— Decía Nina con cierta urgencia, mirando sobre el hombro de Kara, para ver si veía a Erstin por alguna parte, mientras escondía la flor en su espalda, preservando su estado con una flama pura de energía espiritual.

La castaña se esmeraba por obtener la preciada atención de la Kuga sin lograrlo, mucho le costó el no fruncir el ceño. —Los demás ya tomaron sus alimentos, pero si usted gusta... ¿desea que lleve algo de cenar a su cuarto? Parece cansada... “e inquieta, ¿Qué esconde?”— Eso último lo pensó.

—Sí... seguro — Se apresuró a marchar al percibir por el rabillo del ojo una tonalidad rubia tan única como su dueña. —Nos vemos luego—

Con el rostro tan rojo de vergüenza, hilando ideas y palabras en la mente, sin encontrar la forma precisa de expresar sinceramente sus sentimientos, acudió a la planta superior, donde se habían establecido los dormitorios de las doncellas en busca de la joven, siendo el suyo contiguo al de la Srta. Ho tenía una excusa para cruzarse con ella, pues seguramente se dirigió hacia allí. Más al llegar, la puerta estaba cerrada, dudó sobre acercarse o esperar, cuando el sonido extraño de un gruñido se filtró a través de las hendiduras y un tono grave de voz varonil haciendo sonidos guturales puso de punta los nervios de la joven noble. Suponiendo lo peor, Kuga abrió la puerta de una patada y con la mano en la empuñadura buscó la amenaza que estuviese cernida sobre su inocente amada.

Con la ocasión de un silencio en el relato de Krauss, la puerta se abrió de golpe, tan ruidosa y abruptamente, que un gritillo de espanto escapó de los labios de Erstin y Christin por motivo del suspenso que el narrador había ocupado, respingaron espantadas y por reflejo se cubrieron detrás de una almohada cada una, mientras Alanis negaba con la cabeza, disimulando el que su mano también se había dirigido por cuidado sobre el arma más próxima, más la alarma pasó pronto al ver la cara conocida de quien había irrumpido en el lugar. Así, el cuento de miedo de Krauss se detuvo cuando la mirada de todos se posó sobre la joven terrateniente a la que servían.

Nina apreció todos los detalles de la bochornosa situación que se le presentaba, Erstin, Alanis y Christin a distancia prudente de los varones en la habitación, en medio de lo que claramente era una noche de sustos, le miraban con extrañeza. —Disculpen...— Dijo con un tono tan grave y frío que, no sonó muy sincero; se aclaró la garganta y apartó la mano de su arma, mientras todavía escondía la flor congelada en su espalda, levitando sobre la palma de su mano. Intentó no parecer una idiota redomada. —No es... apropiado que tres señoritas se hallen a solas en la presencia de dos varones, cuando quedó expresamente prohibida la presencia de hombres en los dormitorios femeninos—

—Yo no escuché de ello señor…— Murmuró Krauss marcando la ‘r’ al hablar, el hombre tenía aquel acento pues su padre pertenecía a la región nordeste de Windbloom y su madre era de Ealis. —Además, usted es hombre y duerme junto a las señoritas… eso no suena muy honesto—

La tensión en la mandíbula de Nina le dió a saber a Alexei Snow, amigo del rubio, que una palabra más le valdría una buena paliza, porque claro que lo había vivido ya durante los entrenamientos solo que con fines instructivos. El de las espadas dobles, estaba seguro que si hacían enojar mucho a Kuga-Sama, les iría peor que entonces. —Seguramente, nos distrajimos… durante esa ocasión, si nos disculpa, es claro que no volverá a pasar— Murmuró inclinándose el de cabellos azules, antes de empujar a su amigo con sendos esmeros sin lograr moverlo ni un poco, pues el Ealino se cruzó de brazos y plantó firme.

El iris avellana y el magma tuvieron un duelo de miradas. Hasta que la voz molesta de Nina intervino sin que los demás pudieran hacer las aclaraciones obvias. —No soy un hombre… Krauss Smith, pero eso no significa que no te vencería en una batalla—

—¿Es una mujer?— No daba crédito a lo que escuchaban sus oídos. —Pero si no tiene nada de pecho…—

Un puñetazo desvió la cara del rubio, pero ese puño no era el de Nina, Alanis se había adelantado, mientras Christin y Erstin, observaban mudamente los acontecimientos. La joven Ho, que no sabía cómo reaccionar al ver a su ex prometida discutir con sus nuevos amigos, quienes le habían apoyado en los difíciles momentos que vivía, era difícil saber de qué lado ponerse exactamente, principalmente porque no había nada entre ellas.

—Imbécil… jamás le digas nada semejante a una chica—

—Perdónelo alteza, él no tiene mucho tacto— Solicitó el peliazul, cuyos ojos rojizos miraban suplicantes de su joven ama.

—Ciertamente no era un nombre muy varonil— Admitió Krauss sobándose la mejilla donde la marca del golpe le había quedado.

Sin ocasión de agradecer a Alanis, Nina se arrepintió aún más pronto de sus pensamientos, pues Rosth ya invadía su espacio personal tomándole de la cara para mostrársela al rubio torpe. Teniendo las manos ocupadas en la flor estaba prácticamente indefensa.  —Tienes que estar ciego, un hombre jamás tendría unas facciones tan finas, y es claro que no tiene manzana de adán…—

—Ya, pero el otro día que saltó le pude ver el estómago… tiene músculos marcados, creí que era un muchacho, solo que algo afeminado—

Nina ya tenía un tic en la ceja…

—¿En serio? ¿Cómo me perdí el espectáculo?— Se reprochaba la de largos cabellos negros y ojos ámbar. —¿Puedes subirte la camisa?—

—¿Qué? ¡Claro que no!— Kuga huyó antes de que la mujer empleara sus peligrosas manos tan cerca de su cinturón, al parecer por el simple hecho de notar su feminidad la chica se daba unas cuantas licencias, debió dejarla pensar que era un hombre.

—¡Ay!… ¡mira qué bonita flor!— Musitó Christin quien fue la única en prestar atención a la flama brillante que escondía en su espalda Nina Kuga. — ¿Intentas conquistar a alguien? Porque eso es… impresionante ¿Usted puede materializar su energía espiritual tan fácilmente?—

—Muéstranos— Y ya tenía la mano de Alanis en la muñeca, exponiendo a la vista de todos la flor cristalizada, era una lila de hojas purpúreas. —Es bellísima… seguro que te gusta mucho esa chica—

—Eh… yo… no… si… no… ¡¡¡Arggg!!!— Se apartó de Alanis con el rostro completamente rojo. —No es lo que piensan…— Buscó con la mirada a Erstin, pero ésta estaba de pie junto a Alexei y Krauss intentando no mirarla, aunque ligeramente sonrojada.

—Quien iba a decir que Kuga-Sama fuera tan tímida— Krauss se acercó con una sonrisa para brindarle algo de apoyo, al fin que seguramente hombre o mujer, pecho o no pecho, de amores y sentires, eso sí que lo comprendía. —Debe darse valor y dar el paso, es difícil encontrar a la persona correcta—

—¿Cómo sabes que es correcta para ti?— Levantó una ceja, conocer las razones de su rival en unas circunstancias como aquellas era de lo más inesperado, pero sentir la camaradería del rubio además del brazo en su hombro era un poco pesado.

—Padre dio un consejo, dijo que tomara por esposa a una mujer de  buen corazón y de piernas fuertes—

Para los otros jinetes, el rubio era tan transparente que sumado a su forma de hablar, seguramente para la mayoría parecería tonto, pero no lo era… solo era peculiar, con ideas diferentes.

—¿Por qué piernas fuertes?— Cuestionó con inocencia, esa parte no era entendible.

—Dijo que sería una buena madre, me dará muchos hijos— Comentó alegremente, como si hablara de una gran riqueza.

No pudo ni filtrar una palabra, cuando una imagen le asoló el pensamiento. Erstin siendo la amante de aquel sujeto, la madre de sus hijos, quiso golpearlo una vez más, pero se contuvo sabiendo que no tenía derecho y que efectivamente Erstin no despreciaba a Krauss visiblemente o no se daba por aludida, porque de todas, ella era la chica más fuerte y tenía unas piernas que… cof cof.

Intentó centrarse… ¿Acaso lo dicho por Shizuru era verdad? ¿Una mujer que no puede rechazar tan fácilmente una propuesta cuando ha sido despreciada en una primera instancia? Sintió un sabor amargo en boca del estómago pero no por ello desistió.

—¿Sabes cómo es que yo sé cuál es la correcta?— Miró a Krauss con firmeza, la rubia menor del grupo dedicó una mirada interesada a su ex, esperando no delatarse demasiado. —Es tan diferente a cualquier doncella, que pasará toda mi vida y nunca dejará de sorprenderme, es tan cálida que sin importar cuánta oscuridad haya en el mundo, su mirada será siempre un faro de luz para mí, es tan hermosa como no han visto a nadie más mis ojos, no puedo ni pensar una comparación para el corazón puro que posee… solo hay una forma en la que yo la dejaría ir— Dejó de esconderlo, se volvió a mirar a Erstin, sabiendo que había atraído su atención y que no podría evadirla más tiempo. —… Si me dices que este tiempo fue suficiente para borrarme de tu mente o de tu corazón, o que éste sujeto atrajo toda tu atención, eso puedo entenderlo “con dificultad”, porque solo por tu dicha me atrevería a renunciar, pero si no es así…—

—Nina…— Ho, saben los dioses como desearía correr y abrazarla, perdonar todas sus faltas, pero era esa la segunda vez que flaqueaba. Primero por Sergei, ahora por Taro y Kano, no tenía la calma de saber leales aquellos sentimientos, cuando cada dificultad que se presentaba era un inminente adiós. Erstin suspiró, apreciaba la belleza del obsequio que Nina le tendía, la tocaban sus palabras, su mirada… sabía que la amaba, pero se cuestionó ¿Es suficiente el amor solo por sí mismo? ¿Por cuánto tiempo la culpa sobre su familia la atormentaría lo suficiente para merecer su desprecio? —Entiendo tu agravio, incluso tus acciones… pero dime entonces ¿Qué seré de ti? Me despreciaste ¿Qué esperas que sea?—

Lo sabía, que no aceptaría algo tan bajo, desvió la mirada avergonzada. –Si me regalaras un momento a solas para explicarte, podría…—

—Tú…— Escuchó a Krauss resoplar con enfado. —¿Cómo te atreves?—

—¡Hey… Hey!— Alexei atrapó a su amigo antes de que embistiera a Nina, como si olvidara un segundo atrás que se trataba de una chica o de una duquesa, de la realeza al fin y al cabo.

—Si quieres un poco de mí, no te contengas… pero que sea fuera de aquí— Sabía que una batalla entre los dos arruinaría muchas cosas.

Krauss hizo a un lado a su amigo y se acercó amenazante. —Yo no golpeo mujeres, pero si insiste en comportarse como un Casanova… me olvidaré de eso—

—¡Basta los dos!— Gritó Erstin antes de que en verdad hubiera una pelea más que solo verbal.

—Yo no soy un casanova, por los dioses… ¡Sólo me han gustado dos personas en mi vida!— Refutó indignada.

—¡Vaya! ¿Quiénes?— Curioseo Christin con una sonrisa encantadora.

—Pues claro que Erstin… y…— Se detuvo en seco. —No es su asunto— Por poco y menciona a su prima, dejando una clara duda en los ojos aguamarina de la Srta. Ho.

Intentado fingir desinterés acerca de esa persona, dedujo que no se trataba de Norihiro, quien claramente había acosado a Nina cada día aunque ella misma no prestara atención. —Entonces Kara…—

—No hay nada. Estaba en Shock ¿entiendes? Lo último que necesitaba era una declaración, perdí al que fue mi padre y a mi prima esa noche, además no creí que se atreviera a tanto… ha servido a nuestra familia durante años y jamás intentó nada semejante ¿Cómo iba a adivinarlo?—

Comenzó a flaquear, odiaba que esa mirada de intenso color fuego la estremeciera y le hiciera creer una vez más. —Creo que...—

—Escógeme a mí... yo no miraré jamás a otra mujer Erstin, no tendrás queja— Se apresuró a decir Krauss, sacando un precioso collar con dije de ágata. —Desde que la vi allá en Fukka supe que sería mi mujer correcta...—

—Krauss...—

—Vaya, en serio no lo notó...— Musitó Alanis casi sintiendo vergüenza ajena. Christin se tapaba la boca con suspenso y Alexei cuidaba los detalles, porque la tensión podía sentirse en el aire y la más leve chispa podría ocasionar un conflicto.

—Es... evidente su interés— Gruñó por lo bajo Nina, depositó la flor sobre una jarra en la que el líquido se congeló instantáneamente al contacto con el tallo cristalizado, y acto seguido cruzándose de brazos con el ceño fruncido volvió a mirar a su ex prometida. Esperando su respuesta, porque sabía que Smith había jugado sucio, proponiéndose al estilo Ealino, en esa nación no se dan anillos, sino collares de compromiso.

Pero la joven herrera, quien en toda su vida no había sido vista por la gracia femenina no obtuvo nunca la atención de algún pretendiente además del escuálido y pervertido compañero de su hermano Taro, no sabía cómo atender dos propuestas, cuando la de Nina no estaba tan clara. —Chicos yo... en serio no esperaba esto— ¿Cómo evitar herir a un amigo tan genuino como Krauss o cómo hacerle ver a la persona amada que necesita su lealtad y firmeza?

—Yo sí te valoraré Erstin... soy digno de ti, ¡lo juro!—

Y aquellas simples palabras, tocaron una fibra tan delicada que no sabía, seguía lastimada... “No eres digna de ella”... “¿Y tú sí?” refutó... “Yo soy la persona que ama, no tú ¿Eso qué te dice?”

De este modo la insana culpa, las heridas no cerradas, cada enfado contenido, tantas lágrimas no derramadas... desbordaron las fisuras en el interior de Nina Kuga Kruger, llenándola de una profunda ira. Tensó su puño, la voz salió de su garganta como si raspara. —Demuéstralo entonces— Con un solo movimiento y el flujo de su energía espiritual fluyendo como fuego, tan rojizo como su mirada llena de odio, un puñetazo mandó a Krauss contra la pared, rompiéndole la nariz en el acto. —Si eres digno, derrótame... para igualarlo, puedes golpearme y no haré nada por defenderme, pero después... no prometo que pueda detenerme—

Los amigos del rubio se pusieron delante de él para protegerlo por si la ‘frágil doncella de Sirene’ no pudiera guardar su palabra sobre contenerse. A pesar de su tamaño, Krauss había quedado aturdido mientras la sangre fluía por su nariz

—Pega duro... así no voy a sentirme tan mal por devolverle el gesto— Anunció a pesar del dolor o las lágrimas involuntarias que salían de sus ojos, por efecto del golpe, pues de estar en su mano evitar aquella reacción biológica, lo habría hecho por mero orgullo. El grandulón se puso de pie una vez más, dispuesto esta vez a pelear con la aristócrata.

Kuga sonrió, preparada para demostrar cuán superior era... no había ocupado toda una vida enfrentando monstruos para no sacar alguna ventaja de ese hecho. Pero Erstin se interpuso intentando hacerla entrar en razón. —Nina... tú no eres así, la persona que conozco no lastima a otros ni abusa de su fuerza—

—Tal vez... siempre he sido así y no lo viste... o tal vez me dejas muy en claro qué es lo que vas a escoger—

—No estás siendo justa...—

—¿Justicia? ¡¿Me hablas de justicia?! Les perdoné la vida a tus hermanos y sólo castigué su orgullo, mi desprecio no era para ti, era para ellos... pero ahora eres tú quien escoge, así que elige lo que gustes y dilo cuando gustes—

Nina se dio la media vuelta y abandonó el cuarto de Erstin antes de que alguien saliera lastimado, por el pasillo se cruzó con Kara quien tenía en las manos una bandeja llena de comida, sin siquiera hacer caso de ella pues su apetito le había abandonado en el acto, hizo un ademán de negación con la mano y pasando a su lado sin siquiera mirarla, se encerró en su habitación. Shiori quien venía detrás de Norihiro tenía en sus manos una botella de vino y un par de copas, por lo que notó de inmediato el desplante recibido por su amiga. Molesta por las acciones de Nina, quiso seguirla para reclamarle, más un ademán de la castaña de ojos verdes bastó para detener sus ímpetus.

—No... no lo entiendo ¿Por qué te gusta una persona tan fría?— Casi gruñó mientras se apoyaba en la pared con el ceño fruncido.

—Es preciosa, ¿has visto cómo se le adhiere la ropa durante los entrenamientos? Puedo apostar que desnuda debe verse... deliciosa— Kara explicó lo que a su entender era obvio.

—A mí no me interesan las chicas... pero entiendo tu punto, aun así ¿en serio lo vale?— Para la de ojos café aun si alguien estaba como para comérselo más que solo con la mirada, no valía la pena si se comportaba como un patán.

—Je, Shiori... si intentaras fijarte en los detalles notarías que, su alteza es linda, normalmente amable, está pasando un difícil momento y bueno... con algo de práctica seguro que será fabulosa en la cama— La sonrisa de Kara hizo sonrojar a la castaña más joven. —y lo más importante... es adinerada, de noble cuna con títulos nobiliarios, heredera del fallecido Lord Takeru, piensa Shiori, si Natsuki ha fallecido ya... ¿Quién heredará todas las riqueza de los Kruger en Fukka?—

—Era en serio eso que dijiste sobre no servir toda tu vida— Sonrió, no es que estuviera de acuerdo, pero no iba a discutir sobre ello, Norihiro siempre había sido ambiciosa, no lo escondió y le había impulsado a hacer todas las cosas que al principio temía hacer, así que estaba agradecida.

—Y no te olvidaré cuando lo consiga... eres mi amiga ante todo—

—Ya decía yo que era un poco raro que expresaras tu repentino interés—

—Sabes qué, Kuga era demasiado esquiva y estaba comprometida con el capitán, consideré seriamente el hecho de conseguir un esposo para mí, si piensas en lo repulsivo que pudiera ser para mí, entonces todo pasó un poco rápido, sabes que Lord Takeru rompió su compromiso con Sergei y entonces ella mostró un rostro verdaderamente diferente, encantador si me lo preguntas—

—Aun así ella es correcta en extremo y no dudo que otras personas lleguen a la misma conclusión que tú— Nagano le advirtió sabiendo que si Kruger Natsuki había desposado a una mujer, no sería un asunto imposible para Nina. —Se te pueden adelantar, Kara—

—Son sus principios justamente mi mejor carta. ¿Imaginas que pasaría si su alteza se pasa un poco de copas y por ‘accidente’ tomara mi doncellez?—

—Se haría responsable de inmediato— No dudó ni un segundo en decirlo, para nadie era un secreto la honestidad y el puro corazón que Kuga tenía.

—Exacto— Sonrió ladina la de verdes ojos.

—Pero no eres... doncella ¿cómo ocultárselo?— Esto lo susurró por lo bajo con algo de sonrojo en la cara, la joven Nagano.

—Shiori, eso ella no lo sabe... un par de gotas escandalosas en la cama y asunto arreglado— Se miraba obvio, sobretodo porque se aseguraría de tomar la virtud de Nina e incluso seguramente se ahorrará el tener que cortarse la mano para fingir la pérdida de su castidad.

—Eso no resuelve el que, ya sabes... pase eso, no estamos justamente de ánimos para festejar y no pienso que el vino por sí solo pueda obrar milagros. Ella te respeta en todo, lo ha hecho todo este tiempo a pesar de tus insinuaciones, lo de dejar caer la toalla en las termas ese día, vamos te vió en traje de Eva y decentemente desvió la mirada, no sin tenderte una toalla nueva, muy cortés creo...—

—Pienso ayudarme un poco, pero es más fácil decir que estaba tomada— Guiñó su ojo, mientras le mostraba a su amiga un pequeño tarrito de vidrio, lleno de una sustancia de tono verde. —Pensaba hacerlo hoy, pero no sé qué mosca le picó— Kara estuvo por reírse, pero un ademán silente de Shiori le obligó a callar, buscó con la mirada a la fuente de interés de su estimada amiga y encontróse con aquella herrera, una vez más.

Observó como la rubia que había irrumpido en la habitación el otro día, volvía a aparecer en un momento tan bochornoso. Erstin Ho, comenzaba a parecerle inconveniente, pues de alguna manera arruinaba sus planes incluso antes de ejecutarlos. Ambas mujeres cruzaron miradas. —Espero que no lleves mucho tiempo ahí...— Musitó con un tono amenazante, pero la Ho, se mantuvo firme, sin una muestra de temor, más bien parecía molesta.

—Procura ocupar tus propios asuntos...— Se unió Shiori, mostrando a la joven una de sus famosas cuchillas con aire amenazante.

Kara decidió marcharse, pero en cuanto pasó cerca de Erstin, está la sujetó del brazo con más fuerza de la necesaria. —No te atrevas... si osas tocar uno solo de sus cabellos, vas a saber lo que sienten las espadas bajo mi martillo—

—Vaya... pensé que estabas saboteándome por accidente, ahora veo que es con toda intención— Negó con la cabeza como si aquello fuera un chiste de mal gusto, se soltó y miró directamente a su rival rubia. —Je... ¿Estás interesada en su alteza? Tú, ¿Una chica todo menos femenina y tan poco agraciada?—

—La chica del overol, siempre llena de ceniza... ¡Cuidado! Si te acercas mucho a Nina podrías mancharla y llenarla con tu peste— Se burló Shiori.

Erstin tensó la mandíbula, porque claro, había oído frases como esa toda su vida...

—Si se trata de competir, la herrera tiene lo que ni ustedes juntas podrían conseguir... un cuerpo con curvas y músculos, una cara primorosa y unas te... virtudes enormes al frente— Expuso Alanis, quien había seguido a la chica solo por seguridad cuando intentaba darse el tiempo de hablar con Nina, si bien aclaró todo con Krauss y este se lo tomó mejor de lo que esperaba, estaba segura que la chica tenía un mar de dudas y no la dejaría caer en un abismo de inseguridad. Kuga tenía que mostrar más agallas para merecer a Erstin y su amiga tenía que darse un lugar digno de ella, pero no contaba con que hubiera tanta competencia, Nina era linda pero tenía mala suerte, porque ser vista por Kara Norihiro era un problema serio.

—Veremos... veremos quién gana al final—

Erstin dedujo pronto la intención de la sirviente, sabía de antemano que sus motivos para apoyar a Nina en la batalla de Fukka eran mezquinos, pese a ello, la castaña le sonrió con toda falsedad y volvió sobre sus pasos siendo acompañada por su amiga Shiori.

La herrera sintió la mano de la otra morena, vió la sonrisa amable de Christin Litters. —Si ella es lo que quieres y su corazón es tuyo, entonces no hay nada que pensar... tranquila—

Pero no pudo quedarse tranquila cuando tocó la puerta de Nina y esta no abrió, hizo uso de sus conocimientos en cerrajería abriendo la puerta, mas encontró la habitación vacía y la ventana abierta, mientras el viento mecía gélidamente una cortina.

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Al llegar la noche, tomó camino con dirección de la habitación de Zade, lugar en el que también Natsuki reposaba bajo su estricta vigilancia arribar tenía una sombría expresión, y una bolsa de tela púrpura llena de sus herramientas de tortura. No se tomó ni la molestia de tocar antes de entrar, cosa que alertó en sobremanera a la joven argita, pero pronto guardó la calma al ver la cara conocida de su amante.

—Te libero de esta carga, durante el resto de esta noche— Musitó con tal carencia de emociones, que Zade intuyó el motivo de tal cosa.

—¿Qué harás?— Preguntó temerosa con sus ojos verdes puestos sobre los olivos de aquella pelirroja que su aliento robaba con apenas una mirada, presentía que algo muy oscuro estaba cernido sobre ella, si era incapaz de prodigarle una sonrisa o una respuesta.

—Obedecer, simplemente— Musitó mientras movía una mesa cerca de la cama en la que Natsuki dormía, sobre ella posó la bolsa púrpura y de ésta extrajo una serie de frascos, además de un látigo y otros artilugios conocidos por la argita, incluso sobre sus juegos Yuuki jamás había empleado aquellas cosas. —Pero necesito que te marches...— Insistió, posando suavemente sus dedos en la nariz de Natsuki para impedir el paso del aire por sus fosas nasales, con algo de resistencia en aquel abrupto despertar, Kruger abrió la boca para respirar, oportunidad que Nao aprovechó para verter un líquido en su boca, después le cubrió los labios, asegurándose de que tragara al menos la mitad, antes de toser profusamente.

—¿Acaso intentas matarme?— Preguntó Natsuki recuperando el aliento, en medio de un ataque de tos que no cesaba.

La bailarina ni siquiera hizo caso de ella, se volvió a mirar a Zade, quien comprendía al fin lo que pasaría. —No lo hagas...— Suplicó.

—Solo vete...— “será lo mejor” Sabía que Nagi no amenazaba en vano y no se arriesgaría a hacer de Zade el juguete de todos esos hombres.

—Me niego... no pienso compartirte con ella— Refutó la morena con desdén, sabía cada uso, para cada una de las fórmulas que Nao empleaba y justamente ese frasco era... —No lo soportaría ¿Entiendes?—

—¿De... cof cof... qué hablan?— Intentaba reponerse Natsuki, sabiendo que le aludían de alguna forma y lo que decía Nao le causaba sufrimiento a la joven Zagara. Pero estar atada de manos era un impedimento, sin mencionar que comenzaba a tener los sentidos embotados, el cuerpo entumecido, pero ardiendo como si quemara.

—No soy tu propiedad, nunca lo fui... no confundas las cosas— Dicho esto le dio la espalda a la argita y extrajo una daga de su cinto, se deshizo de la capa que la cubría, dejando a la vista atuendos nada discretos que despertarán las más tórridas pasiones. Humedeció la hoja del arma en otro de sus compuestos, su habilidad constituía en una completa manipulación de la mente, a través de la química corporal, en cuanto se dispuso a realizar un corte superficial, la mano de la joven le sostuvo por la muñeca deteniéndola en el acto.

—¿Entonces no sientes nada por mí? ¿No te importaría si yo hiciera lo mismo que tú?— Cuestionó buscando los ojos de Nao, para que esta no pudiera mentirle.

—No siento lo que tu querrías que sintiera...— Mintió suavemente, para que su aliento no delatara la ingesta de vino previo a ese momento, —...no me obligues a hacerlo frente a ti, porque ni siquiera eso va a detenerme— Añadió, sabiendo con ello que rompía en mil fragmentos el corazón de la chica.

Y si no era por afecto, por amor “qué ilusa”... ¿Por qué salvarla de las garras de Nagi o hacerla suya después de eso? De ese modo una horrenda idea ocupó la mente de la pelinegra menor. —¿Lo hiciste todo por lástima?— En respuesta Nao simplemente asintió. —¡Yo no te pedí ayuda!— Gritó estrechando la muñeca de la pelirroja dolorosamente.

—Me alegra que lo intuyeras... entonces no te enseñé tan mal— Sonrió antes de liberarse de aquel agarre, y recibir de Zade una sonora bofetada, con tal fuerza que le hizo perder el equilibrio y por accidente se cortó superficialmente la palma con la daga. Parecía una ocasión de esas en las que el destino esperaba igualar las cosas, porque el intenso cosquilleo que sintió después le hizo tensar cada músculo del cuerpo. —Solo márchate...— No le permitió ni el habla a su ahora ex-amante, quien miraba culposamente la herida.

—Lamentarás este día... Nao— Miró de soslayo a Natsuki, quien le preguntaba mudamente con una mirada qué estaba pasando y tuvo el valor de decirlo.

—“Lo... sé”— Pensó, sin dejar de sonreír con expresión vacía. —Hoy se materializa mi venganza y la muerte sería piadosa en comparación—

—¡No eres diferente a él!— Gritó, sabiendo que si continuaba obstruyendo su camino, simplemente la haría a un lado, o fingiría no verla y no sabría cómo tolerar ver lo que pasaría.

Supo que la había perdido en el momento mismo en que aquellos iris limón, dejaron de mirarla. La vió acercar su rostro al de aquella chica cuyo parecido le había hecho dudar tiempo atrás, aquella en la que ya no podía ver culpa alguna y que de haberla, habría purgado ya tales faltas. Empero, no ignoraba la venenosa atracción que había atormentado a Nao durante años, más allá del tiempo o de la cordura, qué cruel la fatalidad era la de sus destinos, porque sabía que ella casi había perdido la cordura por causa de la Duquesa y entonces ante la horrorosa realidad, ante la innegable conjetura que su mente hiló, la única razón justa no sería más que ella, Nao Yuuki aun quería a Natsuki, y la suya no era más que una absurda excusa para poseerla.

Así no se sorprendió cuando la oyó decir. —No es el dolor, ni la fatiga lo que puede someter... es la idea del pecado más dulce, lo son el placer y la infinita culpa que te produce, porque después de hoy sabrás que nunca sentirás con ella, lo que yo te haré sentir... ni sabrás distinguir la diferencia en la difusa línea que divide el placer intenso del dolor mismo, y sucumbirás a los instintos viscerales—

Vió por el rabillo del ojo mientras se dirigía a la puerta, cómo con la daga manchada de su propia sangre, rasgaba los atuendos de Natsuki, la pobre chica a su vez respingaba al más mínimo contacto y reprochaba con lamentaciones; sólo por orgullo evitaba jadear ansiosa bajo los efectos de las sustancias, si no fuera ya de por sí incitadora la imagen que ocupaba Nao en ese momento, con vistas translúcidas en sus ropas. Incapaz de tolerar tanto, cerró la puerta, sin poder marcharse, pero sin el valor para detener tan ruines acciones. Lo que le pasara a Kruger no era su asunto ¿verdad? Pero la culpa y la ira ascendía por su pecho a pasos agigantados, cuanto más escuchaba las voces tras la madera de roble que finamente componía aquella puerta, más suponía que perdería el juicio.

No distinguía la diferencia entre la tortura o el goce, porque por momentos roncos sonidos se escapaban de la boca de la ex-bestia de Fukka, podía percibir el sonido de golpes otras tantas y ver escarcha formarse de lo que se miraban como vanos intentos de materializar el hielo. Claramente Yuuki no había pasado por alto este hecho, era raro que usara pociones para lo que con su sólo encanto podría lograr en cualquier otro momento, no era solo para hacer hervir la piel de su víctima, eran para impedir una concentración suficiente que le permitiera usar sus defensas más comunes, porque estaba segura que el límite entre la realidad, la fantasía y la pesadilla dejarían una huella imborrable en la mente de Natsuki Kruger.

No podía por su hermano importunar lo que claramente había sido ordenado por el oscuro señor de aquel castillo, pues sus ojos se encontraron sorprendidos ante la presencia del peliblanco, quien quería constatar la lealtad de su más fiel vasalla.

—Por favor...— Oyeron decir. —No...— En la voz grave y conocida de Natsuki, sorprendida ante la súplica de quien había tolerado dolores físicos que seguramente escapaban a su comprensión, sabía en efecto, que Nao ocuparía la estrategia más destructiva concebible hecha a la medida de su víctima, pero no imaginó que Kruger pudiera suplicar.

—¿Por qué no abres esa puerta para mí? Quiero ver la figura prodigiosa de dos Ninfas en medio de tal derroche— Musitó sonriendo, pero aquella expresión era escalofriante, llena de un nivel de perversión que escapaba a todo límite.

—No puedo ver qué gana de esto—

—No está a tu nivel, Nao lo entiende— Murmuró aquel como si ambos pertenecieran a un selecto grupo de eruditos. —Infundir un miedo tan profundo que ni un solo día será olvidado, esas cosas dulce niña, son la diferencia entre la vida y la muerte, cuando la situación lo requiere—

—Incluso así, no concederé que las veas...— No iba a darle ese gusto, ni se obligaría a verlas sabiendo lo que pasaba dentro de esa habitación.

Pero él lo interpretó de otro modo. —Eres perversa... ¿Quieres participar de este juego? Entonces entra y sírvete, te doy eso... sé que te cuesta compartir a Nao, pero si participas no podría ser tan malo. ¿Soy generoso no es así?— El peliblanco sujetó la barbilla de la chica y la miró a los ojos. —Pronto serás como ella... y como yo, estoy tan orgulloso— Dicho esto se dió la media vuelta y se fue contento silbando alegremente una canción.

Sherezade se mantuvo quieta y silenciosa, durante un rato más, temiendo que Nagi volviera sobre sus pasos con renovadas intenciones o perversiones. Toleró por infernales momentos las súplicas de Kruger, quien intentaba persuadir entre jadeos las acciones de Nao, se cansó de oír su nombre y cuando el silencio llegó, supo que no fue por piedad, la voz ahogada de Kruger le dió a saber que Yuuki sólo la había silenciado. Negó con la cabeza. —Jamás, seré como tú... o como ella—

Había soportado aquel tiempo, y había entendido que sólo desprendiéndose de aquellos nocivos apegos sería libre al fin. El único vínculo real en aquel lugar abandonado de la mano de los dioses o de la benevolencia del destino, era Darsiv, ¿qué importaba ya el pueblo de los Tauren en Argos, o sus padres?, ¿qué le aseguraba que estuviesen vivos todavía? Conociendo al conde, ya serían solo lastre, pues había quedado a servirle sólo por amor a Nao, cuando dejó de preocuparse por su gente o por su familia, él puso a la chica en su camino y entonces era amable, se preocupaba por ellos... paso a paso más lejos de aquella puerta, entendió que las había manipulado a las dos, la pelirroja se negó a tolerar un destino tan oscuro para ella como el de otras tantas de las mujeres que Nagi sedujo o poseyó por dinero, por las razones que fuesen y eso hizo que la amara, que fuera capaz de todo... o casi todo por ella. Creyó en la maldad de los Kruger y en las razones de su amada para vengar la vida de su familia, pero la única perversidad que contemplaba cuanto más pensaba en ello, era la de aquel hombre. Negó con la cabeza, iría por Darsiv y lo llevaría lejos de los verdaderos monstruos, aquello concluyó mientras el llanto brotaba por sus ojos y tomaba camino de las mazmorras del castillo Bizancio, todo sin notar, que cierta mirada escarlata no la había perdido de vista ni un solo momento.
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4 comentarios:

  1. QUE FELICIDAD ENCONTRARTE DE NUEVO ...SALUDOS Y MUCHOS ABRAZOS ... SAM NUEVA YORK

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  2. Gracias por el capítulo.. el camino camino de las princesas ya esta marcado y no dudo que la Diosa les conceda un hijo o que al final su camino se junte

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  3. Gracias x el capitulo. Llevaba tiempo sin mirar esta pàgina x no encontrar nunca nada nuevo y me alegre de ver tu nuevo capitulo.Enorabuena es buenisimo como todo lo q escribes besos

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  4. Sencillamente genial, esta historia y tu manera de transmitir le vida al relato, quisiera poder tenerla impresa en mi mesita de luz y re leerla, espero con ansias el proximo capitulo un abrazo enorme.Noe

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